La violencia de género: síntomas, repercusión sanitaria y atención profesional

Autoras: Paula García Calavia, Ana Gómez Duro, Cristina Jáuregui Velázquez, Ana Carmen Aguado Jiménez

Resumen

La violencia de género se trata de un tipo de violencia que se da contra las mujeres por el hecho de ser mujeres. Históricamente se ha normalizado por la sociedad partiendo de la organización que esta ha tenido dando al hombre y a la mujer diferentes roles basándose en su género. Desde 1996 es considerada por la OMS un problema de salud pública por los factores de riesgo y entidades diagnósticas que lleva asociadas. Es, por tanto, imprescindible que desde el sistema de salud existan unas pautas para la atención de este tipo de pacientes.

Introducción

La violencia se define como una forma de interactuar con el medio. Se establecen relaciones de abuso, acoso o dominación sobre algo/alguien como ocurre en la violencia de género, en este caso, contra las mujeres.

En el año 1993 La Asamblea General de las Naciones Unidas, define por primera vez la Violencia contra la mujer como “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.”

La violencia contra las mujeres fue reconocida como un problema de salud pública por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 1996. Es desde esta fecha que se intenta poner de manifiesto, por parte de las diferentes naciones, las graves consecuencias para la salud de las mujeres y la repercusión sobre el sistema sanitario.

Objetivos

  • Analizar las razones por las cuales la violencia de género se perpetúa hasta nuestros días en sociedades modernas y democráticas
  • Conocer los signos y síntomas que presentan mujeres víctimas de violencia de género
  • Conocer las pautas y principios éticos de una atención profesional sanitaria a las pacientes que sufren este tipo de violencia.

Metodología

Se realizó una búsqueda bibliográfica de artículos en diferentes bases de datos nacionales como internacionales: Scielo, PubMed, Cuiden, Google Académico. Los criterios de inclusión para los artículos seleccionados fueron artículos publicados en los últimos 10 años que estuviesen disponibles en castellano o en inglés. Las palabras clave fueron: “violencia de género”, “síntomas”, “atención sanitaria”, “mujer” y “violencia sexista”. Se combinaron con el operador boleano “and”. Y se utilizaron sus equivalentes en inglés: “gender violence”, “symptom”, “health care”, “woman”, “sexist violence”.

Además se consultaron libros adecuados a los criterios de la búsqueda bibliográfica y páginas web Oficiales.

Resultados

La violencia sexista en nuestra sociedad subyace como problema estructural. Durante la historia de la vida de las mujeres, se ha invisibilizado y normalizado, llegando a un cierto grado de tolerancia social. No son sólo situaciones de agresividad, sino que la mujer se ha enfrentado y enfrenta a privación de libertad, dominio económico, exclusión de debates públicos, aumento de las trabas o prohibición de formarse académicamente y por tanto de acceso al conocimiento y al saber. Esta posición secundaria en la sociedad, le proporciona al varón una posición de privilegio y de asunción de un valor inherente al género. Ésta situación se ha alargado hasta nuestros días, cuando, este tipo de violencia, ya es considerada un problema de salud pública.

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Las razones que han permitido que la violencia de género se perpetúe hasta nuestros días se basan en la organización social en la que desde pequeños se nos asigna unos roles dependiendo del género, esto hace que se extrapole en futuras relaciones. La mujer puede llegar a una situación de pérdida de su ser, deja de ser ella misma volcándose en el cuidado familiar y dejando de lado sus proyectos y relaciones externas.

La violencia de género, ejercida sobre las mujeres por el hecho de ser mujer, es distinta al resto de violencias por los siguientes aspectos característicos:

  • Las agresiones obedecen a una demanda de sumisión.
  • Genera cierta conciencia de impunidad en el agresor (Consentido por la sociedad)
  • Es estructural y continuada.
  • Genera lesiones que pueden o no ser físicas, pero siempre deja secuelas psicológicas.

Según varios autores se pueden diferenciar subtipos de violencia:

  1. Violencia regresiva: prohíbe la libertad de movimientos y actuación de la mujer
  2. Violencia privativa: se incumplen compromisos económicos, no cubriendo sus necesidades económicas, sociales, de formación, aislándola de todo.
  3. Violencia alienativa: favoreciendo la rutina de trabajo en el hogar, dejando a la mujer limitada al cuidado de los hijos, familia y personas dependientes.

La violencia de género es un riesgo por el hecho de ser mujer y además es un factor de riesgo de mala salud. Se estima que un 35% de las mujeres de todo el mundo han sufrido violencia física y/o sexual por parte de un compañero sentimental o violencia sexual por parte de otra persona distinta.

Síntomas inespecíficos

Cefaleas, dolores lumbares, abdominales, musculares, quejas somáticas, etc… La característica común es que son bastante difíciles de encuadrar y tiene muy baja respuesta al tratamiento farmacológico. Suelen estar acompañados de síntomas de ansiedad- depresión, baja autoestima, desajuste del sueño, trastorno de la conducta alimentaria, abuso de sustancias como alcohol o psicofármacos como reflejo del trastorno psicológico derivado del maltrato.

Las mujeres víctimas de violencia de género suelen tener mayor percepción subjetiva de los síntomas gastrointestinales (pérdida de apetito, dolores…) por ello son diagnosticadas frecuentemente de colon irritable o de dolor crónico.

Lesiones Físicas

La violencia es la principal causa de las lesiones traumáticas en las mujeres. Las lesiones fluctúan entre lesiones leves (rasguños, quemaduras, contusiones…) y graves como traumatismos craneoencefálicos, quemaduras graves… Las lesiones suelen localizarse en zonas que no quedan expuestas a la vista de terceros (tapadas por ropa o por pelo).

Las consecuencias son objetivables en todos los ámbitos vitales de las víctimas. Se pueden separan en dos grandes grupos: mortales o aquellas que sin ser mortales son graves. Dentro de las últimas pueden ser: sobre la salud física, la salud mental, salud reproductiva o la vida social y/o laboral. La violencia física es la que más miedo produce en las mujeres (23.5%). Existen numerosos estudios que demuestran que las mujeres víctimas de violencia de género demandan mayor atención sanitaria.

Las mujeres manifiestan unos sentimientos característicos tras los episodios de violencia: El mayor porcentaje de mujeres que se consideran afectadas en su bienestar físico o psicológico por la violencia de género son las afectadas por la violencia física (32.1%). Los sentimientos tras las agresiones son en primer lugar tristeza, seguido de miedo, angustia, vergüenza, culpa y agresividad.

A nivel sanitario es importante conocer cuál es el comportamiento característico de este tipo de pacientes, conocer cuáles son los signos y síntomas, así como procurar una atención adecuada a las necesidades de la mujer abarcando su esfera biopsicosocial.

En primer lugar, es imprescindible incorporar una perspectiva de género en la atención sanitaria para proporcionar una atención basada en la igualdad y la equidad. En España la Ley 3/2007 para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres, en su Artículo 27 insta a la integración de la perspectiva de género en la salud.

Se deben tener en cuenta los principios éticos que guían la atención sanitaria:

  • Velar por la vida y el beneficio de la salud (Principio de beneficencia)
  • Eliminar los perjuicios en las intervenciones, minimizando los daños. (Principio de no maleficencia)
  • Compromiso de confidencialidad sobre la información obtenida en el ejercicio de nuestra profesión.
  • Respetar la autonomía de la mujer en el proceso asistencial.

Cuando una mujer refiere ser víctima de violencia de género o se sospecha de ello y recibe atención sanitaria, se debe generar en la consulta un clima de confianza y seguridad para evitar un sufrimiento innecesario. Se realizará una exploración sin prisas, tranquilizando a la mujer para que pueda contar el episodio de violencia al detalle y se complementará con una exploración física exhaustiva por aparatos buscando síntomas clínicos y antecedentes médicos vinculados a la violencia. Se debe informar de que quedarán los datos registrados en la historia clínica, pero se recomienda que en el episodio se especifique “reservado” con el objetivo de que no aparezca como antecedentes en el caso de emitir un parte de interconsulta en papel y de esta manera proteger a la víctima. La historia clínica y los informes médicos o de Enfermería podrán ser utilizados en los procesos judiciales en los casos en los que la mujer denuncie.

Se asume por tanto que puede haber dilemas éticos en los que la víctima no quiera denunciar y si el profesional emite un parte de lesiones sin su consentimiento estaría vulnerando su derecho a la confidencialidad, además de que la mujer puede perder la confianza en el personal sanitario. Sin embargo la Ley de enjuiciamiento criminal establece que: “Las entidades u organismos asistenciales, públicos o privados, que tuvieran conocimiento de los hechos o delitos contra la vida, integridad física o moral, libertad sexual, libertad o seguridad, deberán ponerlo inmediatamente en conocimiento del Juez de Guardia o del Ministerio Fiscal con el fin de incoar o instar el procedimiento para la adopción de la orden de protección”

En la consulta se tendrá en cuenta la posibilidad de derivar a la mujer a diferentes dispositivos como salud mental o trabajadora/o social, pero siempre teniendo un seguimiento desde la consulta inicial que la ha derivado, de esta manera se evita el sentimiento de abandono y deriva.

Desde Enfermería se realizará una valoración de la víctima, lo que nos permitirá recopilar datos, para analizar y evaluar. Es recomendable utilizar un lenguaje estandarizado que facilite la comunicación entre profesionales. La naturaleza de la Enfermería es la valoración, diagnóstico y tratamiento (intervención) de las respuestas humanas a los problemas de salud ya sean estos reales o potenciales. El plan de cuidados de Enfermería en las víctimas de violencia de género es de suma importancia para la atención a este tipo de víctimas. La posición de la enfermera en el sistema sanitario es de fácil accesibilidad y cercanía, además el plan de cuidados permite una actuación profesional más eficaz con buen manejo de la información y promoviendo la coordinación entre los diferentes profesionales sanitarios que se vean implicados.

Conclusiones

Históricamente la violencia de género ha sido normalizada e integrada por sociedad, especialmente en sus formas aparentemente menos patógenas como pueden ser situaciones de micromachismo. Estas situaciones afectan a la salud en su esfera biopsicosocial produciendo en la mujer sintomatología característica que precisa que desde los centros sanitarios se sepa diagnosticar, tratar y erradicar de la manera más segura posible para la víctima.

Bibliografía

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