Violencia de género: aproximación conceptual y estrategias de intervención

Introducción

El sistema sanitario juega un papel clave en la intervención en violencia de género. El alto número de víctimas y las importantes consecuencias que esta lacra tiene en su salud  (lesiones físicas, alteraciones funcionales, obesidad, trastornos gastrointestinales, embarazos no deseados, ITS/VIH, abuso de alcohol y de drogas, estrés postraumático, depresión, fobias/estados de pánico, etc.) hacen que la mayoría de ellas pasen en alguno o varios momentos de su vida por los recursos sanitarios de Atención Primaria, Urgencias, Obstetricia y Ginecología y Salud Mental.

Autores: José Antonio Gayol Suarez, Yolanda Zapico Sánchez, María Argüelles Sampedro, Miriam Villadangos Fernández

Ahora bien, el abordaje sanitario de su problemática va a requerir un cambio de enfoque así como la implicación de todo el personal, ya que a diferencia de otras pacientes,  las víctimas de violencia de género no siempre se reconocen e identifican como tales. Además es complicado identificar este tipo de violencia cuando no hay lesiones físicas.

Así para dar una respuesta integral y adecuada a su problemática es muy importante detectar el problema y para ello es fundamental conocerlo.

La violencia de género en cifras

La violencia contra las mujeres es un acto que en palabras de la Organización de Naciones Unidas además de ser “el crimen encubierto más numeroso del mundo” (una mujer es maltratada cada 15 segundos) constituye uno de los principales escollos para lograr los objetivos de igualdad, desarrollo y paz, violando y menoscabando el disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales. (ONU. Conferencia Mundial Sobre la Mujer. Pekín 1995).

De hecho, a diario en los medios de comunicación nos despertamos con noticias referentes a la violencia contra las mujeres, una violencia brutal que en muchos termina con la muerte de la víctima y que no es más que una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres.

A este respecto La Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género dice:

“La violencia de género no es un problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión”.

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Esta definición sintetiza varios puntos clave en lo que a la desmitificación de mitos y estereotipos de género se refiere. Uno de ellos y que constituye uno de los mitos más sobresaliente de esta problemática, es su vinculación al ámbito de lo privado, de lo doméstico, y que lleva a terminologías como: violencia doméstica, terrorismo doméstico,… Lo que yo denomino la “mal” llamada “violencia de género”. Pues tal y como apunta el Instituto Asturiano de la Mujer (IAM)

“el hecho de denominar «violencia doméstica» a la «violencia contra las mujeres» constituye una proyección androcéntrica en un doble sentido. Por un lado favorece el mito de que las cuestiones del ámbito doméstico corresponden a la esfera de la vida privada y, por tanto deben ser resueltas en ese mismo ámbito. En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, no se aborda desde un punto de vista jurídico de la misma forma la violencia en la vida privada que en la vida pública”.

Pero además, esta vinculación al ámbito de lo privado hace que sólo se vea uno de los muchos ámbitos en los que la violencia de género está presente, es decir, es una visión reduccionista que impide ver la esta problemática en toda su dimensión.

Es cierto que la violencia ejercida contra las mujeres en el ámbito de la pareja es abrumadora (el 95% de la violencia en este ámbito es padecido por las mujeres); y en nuestro país se cobra al año más víctimas mortales en el género femenino con edades comprendidas entre los 15 y los 45 años que el cáncer según datos aportados en el Primer congreso Internacional sobre la violencia de género celebrado en Madrid.

 “Las cifras demuestran que la violencia sigue muy arraigada en amplios sectores de nuestra sociedad y que el número de víctimas mortales no se reduce, aunque las denuncias por malos tratos aumenten, lo que significa que las mujeres empiezan a cambiar la resignación por el ejercicio de sus derechos”.

 (II plan integral contra la violencia doméstica).

No obstante, y a pesar de la negatividad y lo terrible de la violencia contra las mujeres ejercida en el ámbito de la pareja, aún hay datos si cabe más preocupantes, como los que aporta la Organización de Naciones Unidas:

De cada tres mujeres, una recibe malos tratos en el mundo.

Cada 8 segundos, una mujer es maltratada físicamente.

El 80% de las personas desplazadas y refugiadas, son mujeres.

110 millones de mujeres y niñas sufrieron mutilación genital; cada año, siguen siendo mutiladas 2 millones más.

En China, Bangladesh y Carea del Sur, los infanticidios y los abortos son selectivos.

El 99% de las víctimas son bebés o fetos mujer. Por esa razón, en China hay 52 millones de varones más que de mujeres en edad de casarse.

El repudio y la poligamia aún existen en bastantes países.

El salario de las mujeres supone entre un 30 y un 40% menos que el de hombres; en países como Japón y Carea llega al 50%.

El 75% de las personas pobres, son mujeres.

El 70% de las personas analfabetas son mujeres.

El 80% de la mano de obra campesina en el tercer mundo, son mujeres.

Las mujeres realizamos dos tercios del trabajo.

Percibimos el 10% del beneficio mundial.

Las mujeres poseen el 1% de las tierras de cultivo.

En algunas partes de la India aún se mata a las mujeres cuando quedan viudas.

Existen países en el mundo en los que en caso de embarazo por violación y/o adulterio se mata a la mujer; por ejemplo en Egipto.

En las guerras, las mujeres son violadas en masa.

La pena media para una mujer que asesinó a su marido, es de 15 años, mientras que la pena media para un hombre que asesinó a su mujer, es de 3 años.

Datos tan escalofriantes como estos muestran la enorme e imperiosa necesidad de intervenir desde todos los ámbitos, necesidad que aparecía ya reflejada en el II plan contra la violencia doméstica:

“Las medidas de intervención que es preciso poner en marcha en este terreno tienen que ir encaminadas, fundamentalmente, a erradicar la violencia, mediante la prevención de los actos violentos, a través de una educación basada en la igualdad y no discriminación por razón de sexo, a sancionar las conductas violentas, como otra forma preventiva por su fuerza persuasiva, y a paliar los efectos que los actos violentos producen en las víctimas”.

Y que se contempla también en Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, ley que dedica todo un Título a la determinación de las medidas de sensibilización, prevención detección e intervención en diferentes ámbitos.

La violencia contra las mujeres es un fenómeno global, que existe en todos los países y que no es para nada nuevo, viene existiendo desde hace siglos. Ya en el Paleolítico Medio los ajuares funerarios eran diferentes en función al sexo, lo cual pone de manifiesto unas diferencias jurídico-sociales, que se fueron perpetuando de unas sociedades a otras. En Esparta y Roma el infanticidio femenino suponía un 70% el total  y que según el antiguo testamento, la virgen corrompida debía ser lapidada aún en el caso de haber sido víctima de una violación.

No obstante y como bien apunta Inés Alberdi, el hecho de que haya existido siempre no es óbice para trabajar e intervenir sobre este problema, pues afortunadamente el paso del tiempo y las transformaciones sociales han cambiado el verlo como violencia y dejando de aceptarlo.

La intervención desde el sistema sanitario

Ángela Escribano afirma que: “la detección de la situación de violencia por parte del personal sanitario predispondrá a la ruptura del silencio, lo que supone el primer paso para la comprensión y visualización del problema”. Y apunta una serie de consejos en cuanto a la forma de proceder:

  • Preguntar sistemáticamente y cuando sea posible, a todas las mujeres, sobre la existencia de violencia de género.
  • Estar alerta ante posibles indicadores de maltrato y hacer seguimiento de los mismos.
  • Guardar la confidencialidad de la información obtenida.
  • Evitar juicios de valor y actitudes culpabilizadoras.
  • Potenciar  la confianza en ellas mismas.
  • Brindar  posibilidades para la búsqueda de ayuda.
  • Informar y remitir a los recursos específicos de género (centro asesor, unidad de trabajo social, etc.)
  • Procurar atención sanitaria y registrarla en la historia clínica

A estos consejos podríamos añadir las siguientes habilidades y actitudes:

  • Crear un clima de confianza.
  • Recibir a la mujer sola.
  • Mostrar interés por lo que nos dice.
  • Transmitir seguridad y respeto.
  • Preguntar de manera clara y directa.
  • Escuchar de forma activa, sin interrupciones ni juicios.
  • Ser empáticos
  • Atender única y exclusivamente a la mujer evitando interrupciones e interferencias.
  • No dar falsas esperanzas
  • Informarla sobre las alternativas reales que tiene a su disposición

Conclusión

La violencia contra las mujeres tiene unas características diferenciales que marcan una gran distancia con respecto a la violencia interpersonal y que justifican el que haya una serie de medidas específicas dirigidas precisamente frente a ella y no frente a otras.

Desgraciadamente la existencia de legislación en esta materia no es suficiente para resolver el problema siendo necesaria la intervención de toda la sociedad.

Bibliografía

  • Escribano Martínez, Ángela (2012). Detección y abordaje de la violencia de género por el personal sanitario. Madrid: Formación y sanidad
  • Instituto Asturiano de la Mujer (2003). Educación afectivo-sexual. Adolescencia y violencia de género. Materiales didácticos para la coeducación. Oviedo: Consejería de la Presidencia.
  • Instituto de la Mujer
  • Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. (2001). II Plan Integral contra la violencia de género 2001-2004. Madrid: MTAS
  • Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. (2004). Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Madrid: MTAS
  • ONU. Conferencia Mundial Sobre la Mujer. Pekín 1995