Violencia de género

Autores: Mª Cristina Menéndez Vázquez, Mayra Fernández Menéndez, Iván Pereira González

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Según la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, “la violencia de género no es un problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas por sus agresores, carentes de derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión”.

Esta ley no es todo lo eficaz que debiera porque sólo se denuncian entre un 5 y un 10% del total de los casos de violencia de género. Hay que conseguir que haya más denuncias, que la mujer pierda el miedo a denunciar a su agresor, puesto que ahí puede estar el principio del fin de su calvario, o en algunos casos, la garantía de seguir viviendo.

En el año 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas recoge por primera vez que “la violencia contra las mujeres constituye una violación de los derechos humanos y de las libertades fundamentales”.

Sin embargo, desde ONU Mujer “se advierte del error de considerar la expresión violencia de género como sinónimo de violencia contra la mujer, porque es un concepto más amplio, porque va dirigida (la violencia) contra cualquier persona que no respete los roles determinados que una sociedad impone a hombres y mujeres, por lo que también hombres y niños pueden ser víctimas de violencia de género, especialmente de la violencia sexual”.

De acuerdo en parte con la matización, habría que precisar que la mayor cifra de víctimas de malos tratos, violaciones y/o asesinatos hasta la fecha lleva nombre de mujer, y en cambio, el mayor número de agresores, violadores y/o asesinos tiene nombre de hombre. Porque estos “seres monstruosos” expresan y demuestran a través de su conducta machista la imperante creencia de su superioridad, y esto nos pone de manifiesto la todavía existente y lamentable desigualdad entre hombres y mujeres.

Desde el año 2003 y hasta fecha de hoy, han sido 1.043 las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas. Sin ir más lejos, este pasado mes de enero el balance fue de ocho mujeres asesinadas. Sin duda, si comparamos la escalofriante cifra de víctimas con la de otros deplorables sucesos, podríamos perfectamente calificar la situación de terrorismo machista.

A la suma de todas estas víctimas hay que añadir lamentablemente otras muchas más, a menudo relegadas a un segundo plano. Se trata de los/as niños/as.

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En los últimos cinco años más de 220 niños y niñas han quedado huérfanos como consecuencia de la violencia machista ejercida sobre sus madres. Se han quedado, en realidad, sin el amparo de los dos progenitores, porque el otro, o bien está en prisión o en algunos casos se ha quitado la vida.

Pero ciertamente lo más terrible son los casos de niños y niñas víctimas mortales a manos de uno de sus progenitores, generalmente sus padres. Son estos, quienes por venganza contra sus mujeres/parejas y ante la inconcebible necesidad de provocarles el mayor daño posible, terminan en ocasiones con la vida de sus propios hijos. Las cifras revelan que desde 2013 unos 25 niños y niñas han sido asesinados.

Al mismo tiempo aumenta la preocupación por el incremento de víctimas de la violencia de género en niñas menores de edad. Se trata de adolescentes que sufren el acoso y la violencia por parte de sus parejas y a las que se les han tenido que aplicar protocolos de protección. En 2017, por ejemplo, fueron más de 650 las niñas que recibieron estas ayudas por parte de la Administración.

Se estima que en 2017 fueron asesinadas 87.000 mujeres en el mundo. Más de la mitad fueron víctimas de sus parejas o de un familiar.

“12 millones de niñas menores de 18 años son casadas cada año en África. El matrimonio infantil da lugar a embarazos precoces, aislamiento social, interrupción de la escolarización y con menos oportunidades para las niñas, lo que favorece y aumenta el riesgo de sufrir violencia de género”.

No cabe duda de que la ley de 2004 supuso un avance importante en el problema de la violencia de género y que fue aplaudida por otros países de nuestro entorno, pero eso no resulta suficiente. Al igual que en el caso de otros delitos, no todo se soluciona vía derecho penal. El aumento de las penas por sí solo no sirve y tampoco hace que disminuyan las agresiones. A la vista está que se sigue maltratando, violando, torturando y asesinando a mujeres cada día. De ahí que se esté curando la herida, pero no se ataje la verdadera causa que la provoca.

Por eso urgen otras medidas, como ayudas sociales con programas que vayan dirigidos a garantizar la igualdad de oportunidades. Y aquí juegan un papel importante los servicios de salud.

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En el año 1998 la Organización Mundial de la Salud declara la violencia de género como “una prioridad internacional para los servicios de salud”. En el año 2000 se publica en España el primer “Protocolo Sanitario ante los malos tratos domésticos”, aprobado por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud.

El personal sanitario de atención primaria constituye un elemento clave para la detección precoz y el abordaje integral de los malos tratos por estar en un lugar estratégico y accesible, y por el conocimiento de los pacientes y sus posibilidades de contacto. Los servicios de urgencias, los equipos de salud mental y los de toco- ginecología juegan también un papel importante en la prevención, detección e intervención de estos hechos.

Entre todos debemos atajar esta lacra que cada día acecha a mayor número de víctimas y que vulnera sus derechos fundamentales. Tenemos que empezar desde la educación en el hogar, pasando por la labor pedagógica en los centros escolares y llegando a las instituciones, con el fin de tomar verdadera conciencia de que la igualdad entre hombres y mujeres es algo muy necesario para todos y por ende indispensable para que la sociedad avance. Hay que educar en el respeto, la tolerancia y la igualdad, evitando pautas sexistas y condenando los comportamientos machistas, incluso aquellos calificados como micromachismos, que se han normalizado y no parecen revestir a veces la gravedad que en realidad comportan en el día a día. Respetemos a las personas sea cual sea su origen, sexo, raza, ideología, religión o condición social.

Bibliografía

  • Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, BOE núm. 313, de 29/12/2004.
  • O.M.S. 1998
  • “Tolerancia Cero ante la Violencia de Género”, U.E., 1997.
  • La violencia contra la mujer, IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995). ONU Mujeres.
  • Declaración de las Naciones Unidas sobre la eliminación de la violencia contra la mujer de 1993.
  • “Barómetro de la infancia, violencia de género”. Save the Children.
  • Violencia de género. Menores víctimas sin protección específica. Save the Children.
  • Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.