El trabajo social sanitario y el modelo de intervención en crisis aplicado a la salud mental

Autores: 1.- Moisés Álvarez Alonso (A), 2.- Rebeca Juesas Celorio (A), 3.- Beatriz García Meré (B), 4.- Benito Otero del Castillo (B). (A) Área IV – SESPA, (B) Área V – SESPA. Trabajadores Sociales del Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA).

Nota de los autores: a lo largo del presente trabajo se empleará el masculino genérico para hacer referencia tanto a hombres como a mujeres, sin que por ello exista discriminación de género alguna.

Introducción

El ser humano vive en ese gran nicho ecológico que es el Planeta Tierra. Los problemas estructurales asociados a la globalización, los radicalismos religiosos y el cambio climático sirven para contextualizar la realidad del siglo XXI, caracterizada por las crisis financieras, el terrorismo, los desastres naturales y la superpoblación del tercer mundo, entre otras cuestiones.

El modelo de intervención en crisis empleado por el Trabajo Social Sanitario permite ajustar la praxis profesional en relación a individuos afectados por situaciones de contingencia que provocan sufrimiento, estrés y enormes carencias materiales. De esta manera y bajo ciertas circunstancias puede darse el caso de que una familia sea víctima de casuísticas inesperadas o fruto de una mala planificación personal, como por ejemplo la pérdida del empleo, el desahucio, los accidentes de tráfico, incendios, etc. Ello implica la necesidad de contar con un marco de referencia que sirva para atajar de la manera más rápida y eficiente dichas situaciones excepcionales.

Palabras clave: crisis, estrés ambiental, resiliencia, capacidad adaptativa, homeostasis, trauma, víctima, eficacia, celeridad, multidisciplinariedad.

El paradigma teórico del modelo de intervención en crisis del Trabajo Social Sanitario aplicado a la salud mental

Los principales referentes de esta perspectiva teórica de mediados del siglo XX fueron los Médicos Psiquiatras Erich Lindermann y Gerald Caplan. Este referente científico emplea elementos de los enfoques psicodinámicos y cognitivo – conductuales de la Psicología y tiene como objetivo centrar el pensamiento y la conducta de los sujetos en relación a variables exógenas, con el fin de que estos desarrollen comportamientos adaptativos y resilientes ante la adversidad. Este marco conceptual resulta especialmente interesante en los equipos interdisciplinares de salud mental, puesto que aborda desde un punto de vista global las problemáticas humanas, facilitando sobre todo la coordinación entre Psiquiatras, Psicólogos, Enfermeros y Trabajadores Sociales.

Gerald Caplan definió cuatro etapas en su modelo de equilibrio:

a) Impacto emocional provocado por el acontecimiento sobrevenido, el cual se caracteriza por la ansiedad y el estado de shock. La persona intenta movilizar sus capacidades y recursos personales para superar la situación. Si no fuera posible se pasaría a la segunda fase.

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b) Incremento de la tensión y búsqueda de alternativas de urgencia.

c) Adopción de patrones de comportamiento desadaptativos y de carácter evitativo que resultan contraproducentes, tales como el suicidio o el consumo de tóxicos.

d) Finalización del episodio de crisis y restablecimiento de la homeostasis individual.

Las peculiaridades del mundo coetáneo hacen posible la existencia de situaciones de difícil gestión emocional por parte de las personas, tales como las violaciones, la violencia de género, el maltrato a las personas vulnerables, etc. Autores como Lydia Rapoport, Naomi Golan y Kieran O´ Hagan han actualizado los aportes de Erich Lindermann y Gerald Caplan en relación a la coyuntura histórica actual, facilitando un marco conceptual y pragmático adaptado a las situaciones aludidas con anterioridad y al ámbito de las emergencias y los desastres naturales.

Lydia Rapoport señala la importancia de reducir el estrés inicial de las víctimas de este tipo de acontecimientos. Para ello propone en primer lugar el análisis de las causas de las circunstancias de crisis vital y en segundo lugar la búsqueda de alternativas para su solución. Naomi Golan destaca la importancia de detectar la problemática existente, actuar con celeridad para recuperar el equilibrio emocional perdido y finalmente realizar una valoración de las estrategias más útiles que se pueden convertir en nuevas habilidades aprendidas por la persona para poder emplearlas en lo sucesivo. Kieran O´ Hagan hace hincapié en la intervención familiar y en la dinámica marcada por las fuerzas centrífugas y centrípetas características de la tensión inherente a las situaciones de crisis, de tal manera que lo relevante será la consecución del equilibrio inicial.

El pragmatismo del modelo de intervención en crisis del Trabajo Social Sanitario y sus aplicaciones psicosociales

Los marcos teóricos tradicionales de intervención del Trabajo Social Sanitario plantean la actuación profesional ante situaciones que carecen del carácter de urgencia y que por lo tanto no precisan de inmediatez en la aplicación de medidas o en la obtención de recursos. Sin embargo, todas las circunstancias aludidas con anterioridad sí tienen ese carácter de extrema y apremiante necesidad que implica la obligatoriedad de una intervención en un período temporal reducido. Al mismo tiempo, el Trabajador Social Sanitario tendrá que llevar a cabo las actuaciones sociosanitarias adecuadas para reducir la tensión psicológica asociada a los factores que condicionan la génesis y la forma de manifestación de las crisis. La perspectiva cognitivo – conductual resulta especialmente importante respecto a este particular, dado que el enfoque personal sobre los factores de estrés ambiental difiere de una persona a otra. En cualquier caso, las graves situaciones vitales acaecidas súbita e inesperadamente hacen que cualquier persona experimente una doble reacción. Por una parte, la ansiedad asociada al acontecimiento vital traumático y por otro lado el sentimiento de impotencia ante un episodio que sobrepasa al individuo desde el punto de vista de las posibilidades personales y de los recursos propios para poder afrontarlo. De ahí la necesidad de una pronta intervención profesional que sepa dar respuesta inmediata a una problemática susceptible de generar un desequilibrio psíquico crónico de carácter disfuncional, el cual impida la normalización mental del sujeto y derive en consecuencias trágicas como el suicidio, las conductas antisociales o la aparición de psicopatologías severas.

Por otra parte, es importante destacar la posibilidad de concurrencia de múltiples situaciones de crisis, lo cual dificultará la intervención profesional de una manera evidente. Así, por ejemplo, podría darse el caso de que una mujer víctima de violencia de género sufriera un accidente de tráfico y como consecuencia de la correspondiente baja laboral fuera despedida de su trabajo. En estos casos el nivel de estrés es proporcional al número de vivencias traumáticas acumuladas.

Características procedimentales del Trabajo Social Sanitario en relación a la utilización del modelo de intervención en crisis

La propia idiosincrasia de las situaciones a las que se pretende hacer frente desde este marco de actuación sociosanitaria establece el requisito de efectividad de las medidas tomadas con el menor tiempo de demora posible. Habida cuenta de lo anterior, las fases de estudio y diagnóstico del caso tienen un menor peso que la de intervención. De ahí que una vez efectuada esta última con el fin de normalizar la situación de los individuos y logrado el restablecimiento del equilibrio de las personas afectadas por una problemática dada se pueda recurrir a otro modelo de trabajo no centrado en situaciones de emergencia sociosanitaria. Este modelo no centra tanto su atención en el adecuado abordaje de las diversas etapas de la secuencia estudio – diagnóstico – tratamiento como en las aptitudes y capacitación de los profesionales del Trabajo Social Sanitario. Entre estos atributos cabe señalar la destreza perceptiva, la proactividad, la capacidad de análisis, la iniciativa para actuar siguiendo un protocolo de actuación operativo, las habilidades sociales, la inteligencia emocional y la empatía.

Lydia Rapoport destaca una serie de rasgos inherentes a este modelo, a saber: metodología profesional directiva, importancia de la dimensión subjetiva del técnico, rapidez y seguridad en la toma de decisiones, capacidad para reforzar positivamente las nuevas destrezas adquiridas por las personas al superar la situación traumática e imposibilidad de seguir las fases habituales señaladas con anterioridad, dado el reducido período temporal del que se dispone para actuar.

Por último lugar, conviene señalar la importancia del sistema familiar, dado que este ejerce un soporte social esencial a la hora de superar las circunstancias adversas, facilitando un importante efecto protector al tratarse de la institución de socialización primaria más importante, con el consiguiente rol socioafectivo que ejerce.

Conclusión

El Trabajador Social Sanitario que emplee el modelo de intervención en crisis tendrá que ayudar a la víctima de las mismas a comprender la verdadera naturaleza de la situación, promoviendo el desarrollo de una actitud resiliente y adaptativa con la finalidad de superar las diversas vicisitudes acaecidas y restablecer la homeostasis inicial. Para ello habrá de ejercer de vínculo conector entre los recursos propios o ajenos del sujeto que sirvan como herramientas para superar las contingencias sobrevenidas y las demandas del entorno, buscando soluciones eficientes que ayuden a paliar la tensión provocada por los factores de estrés ambiental. El paciente resultará beneficiario de una ayuda capaz de movilizar sus capacidades psicológicas para resolver un problema urgente de manera competente, a la par que dotarle de nuevas estrategias de afrontamiento de la realidad.

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