Índice
Autores: (1) Beatriz García Meré, trabajadora social; (2) Rebeca Juesas Celorio, trabajadora social;(3) Moisés Álvarez Alonso, trabajador social; (4) Benito Otero del Castillo, trabajador social.
Introducción
En el ámbito territorial del Principado de Asturias, el Gobierno regional aprobó en febrero de 2019 el Plan Sociosanitario del Principado de Asturias 2019-2021, el primero de la comunidad autónoma en esta materia.
Como se expone en la presentación del documento, con la puesta en marcha del mismo se pretende garantizar una atención equitativa y de continuidad a quienes requieren una intervención coordinada por parte de los ámbitos social y sanitario, mejorando la eficacia de los servicios públicos en la atención integral y de calidad a los colectivos vulnerables.
Síntesis del Plan Sociosanitario y líneas estratégicas
Los objetivos generales que se persiguen con este plan son:
- Conseguir una atención integral, de calidad y orientada a cada persona sobre la base de procesos continuados y efectivos.
- Mejora de la eficiencia del sistema de servicios sobre la base de compartir recursos, la coordinación profesional y la colaboración interinstitucional.
- Fomentar la sensibilización, la cualificación profesional y la experiencia en actuaciones de colaboración de los y las profesionales de las redes públicas social y sanitaria.
- Establecer un sistema de información compartido que facilite el manejo y seguimiento de las personas usuarias en ambas redes.
El Plan Sociosanitario, se estructura en cinco líneas estratégicas, concretadas en 50 acciones y en 110 medidas elaboradas por profesionales de salud y de los servicios sociales que componen a su vez los órganos de coordinación sociosanitaria. Estos órganos fueron creados en diciembre de 2016 y se constituyen como servicios de proximidad a la población general encargándose de la coordinación y la puesta en marcha de las actuaciones previstas. Estos son: el consejo interdepartamental, la comisión técnica y los equipos de coordinación sociosanitaria.
La finalidad de los equipos de coordinación sociosanitaria es garantizar la gestión de los casos que requieran la prestación simultánea o sucesiva de ambos sistemas acercando los servicios a la población general. Estos funcionarán por áreas sanitarias y estarán compuestos por una persona representante de la Gerencia del área sanitaria, una persona representante de Equipo de Servicios Sociales Territorial de Área, un profesional de atención primaria, un trabajador o trabajadora social sanitario y dos profesionales de servicios sociales municipales de los municipios de mayor y menor población del área, así como un profesional de Salud Mental.
Las líneas estratégicas en que se divide el Plan son las siguientes:
- Actuaciones en colectivos diana.
- Sistema de información y comunicación sociosanitario.
- Actuaciones de apoyo interinstitucional entre servicios sociales y sanitarios.
- Sensibilización profesional, formación y transferencia entre servicios sociales y sanitarios.
- Estructura de apoyo al plan sociosanitario.
En cuanto a las personas objeto de actuación del modelo de atención sociosanitaria que se formula en este documento, hay una serie de factores que definen el ámbito subjetivo del espacio sociosanitario, como lo son: la cronicidad, la vejez, la dependencia y el riesgo de exclusión, todo ello con un enfoque transversal, de género.
Sobre estos factores, dentro de la primera estrategia que señala el Plan: la actuación en colectivos diana, se han definido los siguientes grupos considerados prioritarios en cuanto al objeto de intervención del mismo: personas mayores frágiles, personas en situación de dependencia o diversidad funcional, personas con trastorno mental grave/severo, personas en riesgo de exclusión social, personas menores de edad con alta vulnerabilidad, personas que sufren violencia o maltrato, personas al final de la vida, personas vulnerables con problemas de salud oral y personas con enfermedades neurodegenerativas, neuromusculares, poco frecuentes y de difícil clasificación con alta dependencia.
Dentro del grupo de personas en riesgo de exclusión social, es donde se incluye a las personas sin hogar y en el cual intenta centrarse este artículo.
Para delimitar el campo de actuación, se pretende aclarar, lo máximo posible el término “exclusión social”.
Desde las ciencias sociales se han venido queriendo categorizar y definir ciertos fenómenos consecuencia del nuevo orden social generado por las sociedades postindustriales, siendo uno de ellos la exclusión social.
La exclusión social, como tal, es un fenómeno complejo y muy poco homogéneo, siendo muy diversos y variados los factores que influyen en las situaciones que hacen llegar a los individuos a verse inmersos en ella.
Al ser este un fenómeno, insisto, tan influenciado por múltiples variables, el trabajo de conceptualizarla se ha venido transformando en una ardua tarea.
No obstante, el establecimiento teórico de los límites de la sociedad, para saber dónde está ese extra límite o quien se sitúa fuera de él, tampoco parece estar claro, pues todo va a estar determinado por quienes lo establecen y con qué criterios. Más complicado puede ser, aún, si cabe, en una sociedad caracterizada por unos límites tan difusos y por la poca solidez de las estructuras sociales, como describe Zygmunt Bauman, en su obra La modernidad líquida.
En opinión de Robert Castel (2004), la visión meramente descriptiva que se limita a establecer la separación entre los in y los out constituye una trampa para el estudio y comprensión de la exclusión, pues lo importante es establecer el lazo entre dentro y fuera y reconstruir la continuidad que existe entre ambas posiciones. Castel (1995) considera que la exclusión, más que de un estado, se trata de un recorrido: el paso de una zona de vulnerabilidad o precariedad en el empleo y en las relaciones sociales, hasta una zona definida por la ausencia de trabajo y el aislamiento social.
Así, la exclusión social no aludiría a una situación, sino a un proceso en el que los individuos van perdiendo el sentimiento de pertenencia a la sociedad a medida que aumenta su vulnerabilidad. Poniendo el énfasis en esta serie de rupturas sucesivas, Castel no habla de exclusión sino de desafiliación, concepto que transmite la idea de trayectoria, de procesos, de personas que se desenganchan y caen (2004:58). En su opinión, los procesos actuales de desafiliación tienen su origen en la nueva organización del trabajo asalariado. Así, la exclusión estaría estructurada en base a dos ejes fundamentales: la inserción ocupacional y las relaciones sociales (familia, comunidad, y asociacionismo laboral).
Volviendo a centrar el Plan Sociosanitario del Principado de Asturias y en la Línea Estratégica 1, cuyo objetivo consiste en atender las necesidades sociosanitarias de las personas más vulnerables, dentro del colectivo de personas en exclusión social, nos encontramos con la acción 1, la atención sociosanitaria para personas sin hogar.
Características del sinhogarismo
Previamente a dar paso a detallar las medidas que el plan sociosanitario pretende llevar a cabo con este colectivo, quisiera detenerme en describir las características de las personas sin hogar.
Parece un factor común a las personas sin hogar el hecho de carecer de una vivienda, pero habría que analizar hasta qué punto las dificultades para acceder a una vivienda son o no desencadenantes del sin hogarismo en sí, como se cuestiona el informe europeo 2008 de Feantsa (European Federation of National Organisations Working with the Homeless).
En este documento se concluye que, todos los informes nacionales están más o menos de acuerdo en que la vivienda juega un papel clave en las trayectorias hacia el sinhogarismo, aunque en algunos casos no se señala como el factor más importante. Las etapas por las que pasa una persona hasta llegar a una situación de exclusión residencial se relacionan con alojamientos cada vez más precarios e inadecuados. La importancia relativa que tienen los distintos factores que llevan a las personas, o a los hogares, a situaciones de exclusión residencial, puede ser difícil de cuantificar.
Si una persona pierde su empleo, se deprime, no puede afrontar el pago de su alquiler ni encontrar uno más barato y, en consecuencia, es desahuciada y acaba viviendo en la calle…¿cuál es la causa de su situación?, ¿la pérdida del empleo?, ¿los problemas de salud mental?, ¿el desahucio?, ¿o quizá la escasez de vivienda a precios asequibles?. En algunos informes se argumenta que es mejor considerar la pérdida de la vivienda como síntoma, más que como causa, de una situación de sinhogarismo. El motivo es que esta pérdida ocurre relativamente tarde en el proceso que sigue una persona hasta llegar a estar sin hogar
Centrándonos nuevamente en el Plan sociosanitario del Principado de Asturias, este describe a las personas sin hogar como un “grupo especialmente vulnerable cuya situación tiene un importante impacto en salud: patologías respiratorias, consumo de tóxicos, desestructuración personal y problemas de salud mental, pero sobre todo por las dificultades de acceso, adherencia y continuidad de cuidados sanitarios, lo que favorece su deterioro creciente, existiendo múltiples barreras personales y de adaptación a los recursos formales de estas personas para una adecuada atención a las mismas”.
El sinhogarismo (homelessness), es uno de los principales problemas señalados por la Estrategia Europea de Inclusión Social. Las nuevas políticas sociales, lejos ya de considerarlo como una cuestión estática en cuyo origen predominan las razones personales o individuales, parten de una definición situacional, entendiendo este fenómeno social desde una perspectiva dinámica y no estática. Como forma más extrema de la Exclusión Social, el sinhogarismo es un fenómeno complejo y multifactorial que exige una mirada poliédrica sobre la realidad social que lo conforma. Pensar la cuestión de las Personas sin Hogar, hoy, supone relacionar tres ámbitos en los que destacan algunos procesos y transformaciones sociales: el relacional, el institucional y el estructural.
En todos ellos las posibilidades o dificultades de acceso y/o mantenimiento de una vivienda digna es un factor esencial. Las políticas sociales de lucha contra el sinhogarismo, desde la perspectiva de la exclusión residencial, han de abordar tanto la atención como la prevención e integración social de las personas sin hogar y precisan del análisis de los itinerarios y procesos que lo desencadenan. Por otro lado, la intervención social ha de contemplar un conjunto de recursos que van más allá de la mera asistencia a las situaciones de necesidad, para poder generar procesos de estabilización, mejora y cambio que procuren la integración social de las personas.
Medidas dirigidas a personas sin hogar
Las personas sin hogar suponen un colectivo sobre el que, desde el Plan Sociosanitario, se pretende intervenir a través de los dispositivos sanitarios y sociales disponibles en la región asturiana, implantando las siguientes medidas:
- Establecer protocolos de actuación para cubrir las necesidades detectadas entre profesionales de los recursos que atienden específicamente a esta población, como servicios sociales, Unidad de Tratamiento de Toxicomanías (UTT) o profesionales de los dispositivos de atención a personas sin hogar, y profesionales sociales y sanitarios de Atención Primaria, Atención Hospitalaria y Salud Mental.
- Diseñar dispositivos sociosanitarios de baja exigencia para personas sin hogar.
- Establecer protocolos de seguimiento de las personas sin hogar que tienen patologías crónicas que necesitan supervisión médica con especial atención a la salud mental.
- Coordinarse con las entidades que apoyan al desarrollo del programa Housing first para dar cobertura sociosanitaria a las personas que participan en este programa.
- Revisar las necesidades de los recursos de alojamiento temporal y del Centro de Encuentro y Acogida (CEA) para cumplir su objetivo como recurso de baja exigencia.
Conclusión
El término exclusión social ha sido difícil de definir por parte de las ciencias sociales debido a todos los factores y variables que implican este estado, en el que se encuentran las personas sin hogar, entre otras.
Las personas sin hogar son definidas dentro de este plan como un “grupo especialmente vulnerable cuya situación tiene un impacto en la salud: patologías respiratorias, consumo de tóxicos, desestructuración personal y problemas de salud mental, así como dificultades de acceso, adherencia y continuidad de cuidados sanitarios, lo que favorece su deterioro creciente, existiendo múltiples barreras personales y de adaptación a los recursos formales para una adecuada atención a las mismas”.
Es por ello que son objeto de diferentes medidas concretas, siendo necesaria la coordinación de los sistemas social y sanitario para contribuir a lograr el bienestar de las personas que puedan verse en situaciones de vulnerabilidad o estados de necesidad que les sitúen en procesos de riesgo de exclusión social o se vean inmersos en ella.
Bibliografía
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