El apego en las relaciones de pareja: porqué la mujer no abandona al maltratador, la evolución del apego al miedo

Incluido en la revista Ocronos. Vol. V. Nº 8–Agosto 2022. Pág. Inicial: Vol. V; nº8: 195

Autor principal (primer firmante): Patricia Cuesta Cuesta

Fecha recepción: 11 de agosto, 2022

Fecha aceptación: 23 de agosto, 2022

Ref.: Ocronos. 2022;5(8) 195

Autores:

Patricia Cuesta Cuesta, Miguel Ángel Fierro Marcos

Introducción

La Real Academia española define el apego como afición o inclinación hacia alguien o algo, pero para referirnos a este tipo de apego personal hacia otra persona podríamos ser más específicos utilizando la definición empleada en el estudio del doctor Enrique Estrada en su estudio “El vínculo traumático: el estilo de apego en mujeres maltratadas”, la cual se fundamenta sobre la teoría del apego propuesta por John Bolwby y se refiere al apego como la propensión de los seres humanos a formar vínculos afectivos fuertes con los demás, los cuales se desarrollan tempranamente y se mantienen generalmente durante toda la vida, se puede decir que cada uno de estos tipos de vínculos generarán un desarrollo posterior característico y la manera como las personas harán frente al mundo a lo largo de su existencia. Pero… ¿es realmente el afecto lo que impide que la víctima de la violencia de género abandone al maltratador o influyen otros factores?

El objetivo de este estudio es analizar la razón o razones por la cual la víctima de violencia de género no abandona al maltratador focalizándonos en el apego, la dependencia y el miedo que pueda sufrir dicha persona durante los diversos estadios de la relación.

Recordemos que no existe un perfil de víctima, el maltrato puede aparecer independientemente de la clase social, el nivel educativo, la situación económica… Esto dificulta establecer una única teoría, ya que existen varios patrones de comportamiento, aun así, mediante un estudio descriptivo y retrospectivo, en el cual contrastaré varias teorías reconocidas, procurando establecer un patrón común aproximado tanto por parte del maltratador como por parte de la víctima.

Metodología

Mi intención es demostrar que, aunque inicialmente sí que existe algún tipo de vínculo afectivo entre el maltratador y su pareja, lo que les impide abandonarle cuando el maltrato es evidente es la dependencia que existe hacia el agresor y algún tipo de miedo, bien el miedo a que pueda hacer algo peor que las agresiones verbales o físicas, el miedo a ser menospreciadas por la sociedad o bien el miedo por los hijos de la pareja. Para ello, primero debemos dejar claros ciertos parámetros y ciertos comportamientos dentro de este tipo de parejas tales como, ¿qué violencias existen? ¿cuándo aparecen? ¿qué características tiene el maltratador? Y otras cuestiones que pueden llegar a influir en la decisión de la mujer maltratada para continuar en la relación.

Para la realización de este trabajo utilizaré diversas páginas web como psicoactiva, infomaltrato, psicopedia… utilizando palabras clave tales como “violencia”, “maltrato”, “afecto” o “dependencias” además de consultar artículos de revistas como “Nosocomio” o “contra la violencia de género, documentos”

Tipos de violencia más frecuentes en la pareja

Para entender la dependencia de la mujer al maltratador, debemos tener en cuenta el cómo se desarrolla la violencia dentro de la pareja. Podemos definir la violencia como todo acto que guarde relación con la práctica de la fuerza física buscadores de internet, o verbal sobre otra persona, animal u objeto originando un daño sobre los mismos de manera voluntaria o accidental. El elemento principal dentro de las acciones violentas, es el uso de la fuerza tanto física como psicológica para el logro de los objetivos.

Existen diferentes tipos de violencia que generalmente se presentan en las relaciones de pareja. A continuación, se muestran algunos de ellos:

Violencia psicológica

Se le llama violencia psicológica a toda agresión realizada sin la intervención del contacto físico entre las personas, esto se origina cuando una o más personas, en este caso la pareja agresora, arremeten de manera verbal en contra de otra persona, víctima, ocasionando algún tipo de daño a nivel psicológico o emocional en las personas agredidas, es decir, en cuanto a las relaciones de pareja, podemos definir la violencia psicológica como un tipo de violencia que incluye toda conducta, verbal (insultos, gritos, humillaciones…) o no verbal, que produzca en la mujer desvalorización o sufrimiento.

Las personas que infringen este tipo de violencia en la pareja pueden presentar conductas psicópatas, y, por lo general, no suelen tener una visión realista de la realidad siendo estos controladores, inmaduros, con problemas de afecto y con una autoestima baja.

Dentro de la violencia psicológica podríamos incluir en un subapartado; la violencia emocional que se caracteriza por el chantaje, el uso de todo tipo de amenazas (suicidio, abandono, etc.), gritos, malos gestos, entre otros.

Violencia sexual

Este tipo de violencia incluye la violación o el chantaje sexual, entender las relaciones sexuales como un derecho, como una mera satisfacción de los deseos masculinos, es decir, todo acto cuyo objetivo sea someter el cuerpo y la voluntad de la víctima. Por lo general no se manifiesta de forma clara en la relación de pareja, en este caso el abusador suele ejercer agresiones a través de la fuerza física, psíquica o moral, rebajando a la víctima a condiciones de inferioridad, para implantar una conducta sexual en contra de su voluntad.

Violencia económica

Aparece en el 98% de los casos de maltrato, incluso, suele continuar una vez concluida la relación mediante acciones como el retraso intencionado en el pago de una pensión o el dejar de pagar una deuda que la pareja tiene en común, lo que constituye un modo de minar la moral de la que fue pareja sin necesidad de incurrir en un tipo delictivo. La violencia económica se puede denominar como toda acción efectuada por un individuo que afecta la supervivencia económica de otro. En el caso de la relación de pareja, incluye tácticas para limitar el acceso de la mujer al dinero de la pareja, como impedir que la mujer trabaje, controlar cómo y en qué se gasta todo el dinero, asignarle una paga limitada…

A pesar hablarse poco de este tipo de maltrato, es uno de los más eficaces a la hora de controlar a la mujer y mantenerla atrapada en la relación ya que se está creando una dependencia económica y la víctima tiene miedo a huir porque no tiene dinero ni trabajo que le puedan dar una oportunidad fuera de la relación. Aparece en el 98% de los casos de maltrato, incluso, suele continuar una vez concluida la relación mediante acciones como el retraso intencionado en el pago de una pensión o el dejar de pagar una deuda que la pareja tiene en común, lo que constituye un modo de minar la moral de la que fue pareja sin necesidad de incurrir en un tipo delictivo.

Violencia patrimonial

Es cualquier hecho o supresión que con ilegitimidad, implique daño o riesgo de daño al patrimonio o la supervivencia de la victima de forma consciente, suele presentarse cuando el maltratador asume el papel de “jefe de la casa” en el que, no solo controla el dinero, sino que controla todos los ámbitos de la vida de su pareja, se manifiesta como la transformación, sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos, documentos personales y valores, derechos patrimoniales o recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades, y puede abarcar los daños a los bienes comunes o propios de la víctima.

Violencia física

Es cualquier acción que ocasiona un daño no accidental, utilizando la fuerza física o alguna clase de armamento u objeto que pueda causar o no lesiones ya sean internas, externas o ambas. La violencia física, suele ser la última en aparecer, cuando la mujer ya ha sido atacada y destruida en todas las áreas de su vida.

Este tipo de violencia incluye la invasión del espacio físico de la otra persona, la agresión por medio de golpes, empujones, restringir sus movimientos encerrándola, causándole lesiones con objetos contundentes, armas blancas o de fuego, forzándola a tener relaciones sexuales y ocasionándole la muerte.

Este tipo de violencia es característico por presentar agresiones físicas que producen lesiones, y hasta el 42% de las mujeres víctimas de violencia por parte de su pareja refieren alguna lesión a consecuencia de dicha violencia, lo que repercute en su ámbito social, ya que no se pueden mostrar al mundo con las agresiones ejercidas por su pareja.

Estas formas de violencia también pueden derivar a estados de depresión, trastorno de estrés postraumático y otros trastornos de ansiedad como el insomnio, trastornos alimentarios, alcoholismo e intento de suicidio, siendo el maltrato la causa de que las víctimas de violencia de género tengan el doble de posibilidades de padecer este tipo de trastornos. (datos del análisis de 2013)

Psicología de la violencia de género

“La dominación tiene tres fases básicas: la colonización de la mente, que impulsa la influencia del dominador y abre la confianza del dominado; después viene, dicho muy rápidamente, la programación, y, al fin, el lavado de cerebro, que permite el control sobre la otra persona” Además, dice, “Si el dominado se resiste puede aparecer violencia física. Pero primero hay una violencia psíquica, siempre” Marie France Hirigoyen “El acoso moral”.

Marie France Hirigoyen defiende que, la dinámica de la dominación que aparece en la violencia de género, suele seguir un patrón que va de lo psicológico-emocional, estadio en el que podemos poner de ejemplo el menosprecio o la humillación, a lo social, donde el maltratador suele aislar a la víctima de sus familiares y amigos, para terminar en lo físico, agresión y, finalmente, el asesinato.

Esta hipótesis puede desglosarse en la teoría del ciclo de la violencia de género, en la cual podemos ver que existe una serie de fases que se repiten de modo cíclico, el modelo más reconocido es el que Leonore E. Walker desarrolló en 1979, mientras investigaba las razones que imposibilitan a las mujeres maltratadas a pensar y crear alternativas para salir de la situación de maltrato. En esta investigación, la autora, concluyó que la violencia se producía en tres fases:

  1. Fase de acumulación de tensión. Aumenta la tensión en la pareja, el hombre se muestra cada vez más enfadado con la mujer sin motivo aparente, comienza a culparle de todo lo malo que le pasa y se incrementa la violencia psicológica. La mujer suele ver estos ataques de violencia psicológica como episodios aislados que puede controlar y que acabarán por desaparecer.
  2. Fase de explosión o agresión. La tensión acumulada termina por estallar en forma de agresiones físicas, psicológicas y/o sexuales.
  3. Fase de calma, reconciliación o luna de miel. El agresor pide perdón a la mujer, le dice que está muy arrepentido y que no volverá a pasar. Utiliza estrategias de manipulación afectiva para intentar que la relación no se rompa sobre todo cuando es consciente de que la víctima no es absolutamente dependiente de él, tratando de “compensar” el mal inculcado a su pareja, sobre todo suele darse en los primeros estadios: pide perdón, minimiza el daño causado, hace regalos, cede algo de terreno, suaviza el tono… Pero este estado no se suele mantener mucho, por lo general, los momentos de luna de miel se van acortando hasta su desaparición o casi desaparición. En este momento aparece el miedo a la agresión por parte de la víctima, porque esta sabe que cuando se acabe la luna de miel vuelve a acumularse la tensión que precede a la agresión.

Debemos de tener en cuenta que antes de este ciclo existe una fase de enamoramiento en la cual el maltratador todavía “tolera” a su pareja, no tiene miedo al abandono y tiene un afecto hacia esta que suele demostrar de forma apropiada.

La víctima no es consciente del ciclo de la violencia, parece ser solo consciente de las etapas de “arrepentimiento” que su agresor tiene durante las fases de luna de miel. Esto pasa porque la víctima se culpa por no poder ayudar a su pareja a alcanzar el cambio, el conseguir que la pareja funcione correctamente y alcance los ideales que busca, es decir, ella cuida y lucha por la relación y se frustra al no conseguir que su pareja sea feliz.

La teoría dice que el ciclo es cada vez más corto, es decir, que el tiempo que transcurre tanto en la fase de acumulación de tensión como en la fase de luna de miel es menor, lo que hace que el maltrato sea cada vez más frecuente y violento; la víctima cada día confía menos en su capacidad para resolver esta situación y tiene menos recursos psicológicos. Por tanto, cuando mayor sea el tiempo que la víctima forme parte de este ciclo de violencia, mayor será el esfuerzo de recuperación y mayor la dificultad para salir del mismo.

Psicología del maltratador

Según un importante artículo de la revista «Alfa y Omega», los maltratadores suelen provenir de hogares violentos, en los que han visto maltratar, y en los que les han maltratado. Si bien a veces la violencia del abusador oculta el miedo, la inseguridad y el terror que sintió de niño ante un padre abusivo que lo golpeaba con frecuencia, esto no tiene por qué ocurrir en todos los casos, aunque sí que es cierto que gran parte de estas personas pueden padecer trastornos psicológicos y algunos utilizan el alcohol y las drogas como vehículo para potenciar su comportamiento agresivo, en ocasiones no han sufrido abusos durante su niñez, sino todo lo contrario, los comportamientos ofensivos son la consecuencia de una niñez demasiado permisiva durante la cual los padres complacieron al niño en todo. Esto lleva al niño a creerse superior al llegar a ser un adulto y a pensar que él está por encima de la ley. O sea, que puede hacer lo que quiera y abusar de quien quiera. Piensa que se merece un trato especial, mejor que el que se les da a los demás.

Parecen tener en común un perfil determinado de inmadurez, dependencia afectiva, inseguridad, baja autoestima que trasladan toda la ira que acumulan hacia sí mismos contra sus parejas, ya que consideran a éstas parte de su propiedad.

Además, intentan tapar su complejo de inseguridad desarrollando unas expectativas rígidas de su rol sexual como hombre, es el típico macho, un absoluto machista.

El apego del maltratador: apego inseguro

En el estudio mencionado anteriormente del Dr. Estrada “El vínculo traumático: el estilo de apego en mujeres maltratadas” habla sobre el apego que desarrolla el maltratador, de los cuales destaca dos tipos de afecto inseguro, ya que parece que, el tipo de violencia que se manifiesta en la pareja, parece originarse en los patrones de este tipo de afecto:

Apego evitativo

Una persona que a desarrolla este tipo de apego suele estar en control de sus impulsos y tiende a obedecer las normas sociales. Estas personas se inclinan a justificar la violencia como una legitimación cultural o parte de la socialización.

Las personas con un tipo de afecto inseguro pueden tanto sufrir de violencia como procesarla dependiendo de la situación a la que se enfrente, recordemos que son gente insegura, que suele temer la soledad, que parece necesitar depender de una persona para ser feliz, esto hace que, bajo la amenaza de abandono acepten la violencia de su pareja o se vuelvan personas agresivas, capaces de amenazar con el asesinato si se les deja. Son personas que intentan evitar la intimidad, ya que la intimidad es un peligro potencial del rechazo y abandono.

Apego ambivalente

Este tipo de persona se caracteriza por ser abierto en busca de contacto y proximidad, esto suele aparecer por un fallo en el vínculo con sus padres, lo que les lleva desde pequeños a sufrir expresiones incontroladas de ira. Estas personas se enamoran fácilmente, pero de igual manera se desilusionan rápidamente, son personas celosas y posesivas y nunca están satisfechos con el vínculo establecido con du pareja por lo que se encuentran atrapados en una situación de amor-odio sin ser capaces de separarse de su pareja por iniciativa propia.

Quieren total proximidad con su pareja sin embargo no confían en esta por lo que se encolerizan y la agreden, culpándoles por lo que pasa, lo que los hace emocionalmente inestables, además, la incertidumbre que se da en la relación es un factor que contribuye al estrés de las personas que sufren de este tipo de patrón y puede estimular los celos y los temores de abandono que pueda experimentar empujándole a la violencia.

Rasgos comunes en el maltratador

Aunque no podemos definir un perfil concreto de persona maltratada, sí se distinguen dentro de los maltratadores varios tipos de comportamiento y varios rasgos comunes entre ellos.

El rasgo más conocido de los maltratadores es la impulsividad y la hostilidad hacia las personas que sufren sus ataques, si bien es cierto que este es el más afamado, también hay otros muchos rasgos que son habituales, los más frecuentes son:

  • Carencia de habilidades sociales, no tienen capacidades de comunicación adecuadas por lo que tienden a arreglar los problemas con violencia, a pesar que, en muchas ocasiones, sobre todo fuera del hogar, se pueden mostrar como personas agradables.
  • Son inestables emocionalmente: al ser personas inseguras y de baja autoestima, suelen desarrollar una frustración que es causa de su ira, su impulsividad y su agresividad. Esto también hace que algunos sientan la necesidad de sentirse superiores o ser dominantes para sentirse mejor.
  • Padecen gran inseguridad en sí mismos, por lo que tienden a señalar los errores y fallos, aunque no sean reales, de su víctima para que no descubra los suyos propios y así evitar sentirse inferior o vulnerable. También pueden sentir una excesiva confianza en sí mismos, que les hace creerse superiores a los demás.
  • Suelen tener un patrón de afecto inseguro, esto les hace padecer dependencia emocional, aunque parezca no depender de su víctima, la verdad es que llega a extremos inimaginables con tal de no perderla, lo más común suele ser el chantaje emocional.
  • Suelen tener una actitud machista e inmadura, además de ser posesivos y celosos, llevan su rol de masculinidad a un extremo patológico.
  • No toleran la independencia y autonomía de la mujer, se creen protectores de sus parejas y le hacen creer que sin él no es nada, precisamente para ocultar su propia dependencia.
  • Nunca se alegrará por los progresos o éxitos de la pareja y minimizará cualquier logro. Los fallos personales saldrán a la luz antes que las virtudes, para que tenga la sensación de que siempre está haciendo todo mal.
  • Usa la violencia como forma de control y reafirmación de su rol, no toleran cualquier comportamiento que ponga en duda su autoridad.
  • No aceptan que tienen un problema: por norma general el maltratador niega que sea una persona violenta a pesar de ser esto evidente. Proyectan la culpabilidad del acto en la víctima, si ha actuado así es porque le ha provocado o por otras causas externas como el “tener un mal día”. Tienden a creer que la culpa siempre es de los demás.
  • La persona no asume la responsabilidad por sus actos porque piensa que los culpables son los demás.
  • Pueden ser consumidores de alcohol u otras drogas, aunque no es una característica definitoria, sí que son conscientes de que pueden excusarse en su adicción para seguir manteniendo su rol de maltratador.
  • Pueden existir antecedentes de maltrato familiar, la violencia es un patrón que se repite

También existen unos patrones más concretos dependiendo del tipo de maltratador. En el libro When Men Batter Women, Simon y Shuster proponen dos tipos de maltratador:

  1. El Cobra: Las personas incluidos en este perfil, son a menudo, sociópatas, fríos y calculadores, engaña fácilmente a su víctima y puede ser un sádico, no solo con su pareja, si no con todo el mundo, suele, además, tener una personalidad impulsiva y tender a la adicción tanto de drogas como de alcohol. No parece depender emocionalmente de otra persona, pero insiste en que su compañera debe cumplir siempre su voluntad sin importar las consecuencias, manteniendo a esta bajo coacción mediante amenazas físicas, por lo general utilizando armas tanto blancas como de fuego. Esta persona, después de que su pareja ha sido físicamente maltratada y tiene miedo, a veces cesa este tipo de abuso y lo reemplaza con un constante maltrato psicológico, a través del cual le deja saber a su víctima, que el abuso físico podría volver a aparecer en cualquier momento.
  2. El Pit-Bull: este tipo de maltratador suele desarrollar un tipo de apego ambivalente, es una pareja muy celosa, con miedo patológico al abandono con lo que priva a su pareja de su independencia. Suele ser una persona muy sociable y agradable, excepto con su pareja. No saben reaccionar ante sentimientos de frustración e ira, con lo que suelen reaccionar violentamente ante una discusión, por lo general esto es un comportamiento aprendido de lo que veía en casa.

Teorías explicativas sobre la permanencia de la mujer maltratada en la relación

Una vez definidos los parámetros de la violencia de género, así como los comportamientos más frecuentes en el maltratador y las reacciones de las parejas ante estas, podemos establecer unos parámetros o teorías que nos ayuden a comprender por qué la mujer no abandona al maltratador.

Podemos ver que, aunque en algunos casos que el maltratador sea violento o pueda ejercer algún tipo de restricción sobre su pareja, parece evidente desde el principio de la relación (tipo de maltratador “cobra”), no suele ser lo más frecuente, con lo que podemos deducir que, realmente, la mujer en un principio se siente cómoda y protegida por esa persona y el maltratador es agradable, atento, cariñoso… Así que la relación empieza como cualquier otro tipo de relación, bien sea por un vínculo afectuoso, sexual o por mera casualidad, pero ¿por qué continúa con esta persona una vez el maltrato es evidente? El maltratador no pasa de ser un encanto a ser un agresor de la noche a la mañana, suele comenzar con pequeñas muestras de maltrato poco perceptible o aceptado por la sociedad en alguna medida, como pueden ser el maltrato psicológico o la violencia patrimonial.

Por lo general las teorías que hablan de por qué la víctima no abandona al maltratador o por qué convive con él durante un tiempo prolongado, se dividen en dos grupos principales, en las teorías centradas en la toma de decisiones, donde la víctima estudia las ventajas y desventajas de abandonar a su pareja en relación a la relación social, situación económica o familiar y en las teorías que hablan de la dependencia emocional donde el maltratador ha creado una vínculo hacia él, donde la mujer no puede vivir sin el hombre.

Teorías sobre el proceso de toma de decisiones

En estas teorías existe un proceso en el cual vemos tres etapas definidas: planteamiento de la decisión, generalización de las alternativas y la evaluación de estas. Mediante este proceso la mujer maltratada valora las posibilidades que tiene fuera y dentro de la pareja analizándola y analizando su vida anterior o lo que le podría pasar una vez cesada la relación y, a partir de ahí, decide si sigue con la relación o si la acaba.

  • Teoría de costes y beneficios: la mujer considera los beneficios y desventajas percibidas en relación con la pareja y con las alternativas que se le presentan, a partir de esto, la mujer decide si abandonar o seguir con la relación.
  • Modelo de la inversión: la víctima de maltrato analiza su grado de compromiso en relación a tres factores: grado de satisfacción con ella, inversión realizada en la pareja en relación con los recursos materiales y psicológicos y alternativas a las que puede acceder.
  • Teoría de la trampa psicológica: la mujer maltratada ha invertido ya muchos esfuerzos en que la relación funcione, además, tiene la esperanza que cese el maltrato con lo que cree que invirtiendo aún más esfuerzos y tiempo puede logras que la relación sea armoniosa.
  • Modelo del proceso de toma de decisiones en mujeres maltratadas: la mujer toma una decisión sobre la relación en base a dos preguntas:
    • ¿Estaré mejor fuera de la relación?
    • ¿Seré capaz de salir de ella con éxito?

Teorías referidas a la dependencia emocional y a las repercusiones psicopatológicas del maltrato

  • Teoría de la indefensión aprendida (Seligman, 1975 y Walker, 1979): La mujer sufre durante un periodo de tiempo prolongado un maltrato impredecible e incontrolable lo que le produce un estado de indefensión que hace más segura su permanencia en la relación, al destrozar su autoestima, lo que interfiere notablemente en su proceso de toma de decisiones impulsándola a quedarse con su pareja.
  • Teoría de la unión traumática (Dutton y Painter, 1981): Esta teoría refiere al vínculo emocional establecido entre dos personas cuando una ejerce un maltrato intermitente a la otra, es decir, es el contraste entre los periodos del buen y el mal trato, así como la yuxtaposición de ellos enfatizan una asimetría de poder entre el agresor y la víctima. Además, cuanto más maltrato sufre la esta, más se resiente su autoestima, y lo que puede llegar a producirle una mayor necesidad de su pareja, hasta desarrollar una dependencia.
  • Modelo del castigo paradójico (Long y McNamara, 1889): La mujer prolonga su permanencia en el maltrato por los problemas supuestos del reforzamiento que se establecen en función de un patrón cíclico de cinco fases: formación de la tensión, descarga de la tensión por el maltratador, escape de la víctima, arrepentimiento el agresor y vuelta de la víctima a la relación.
  • Modelo de intermitencia (Dutton y Painter, 1993): Las víctimas de maltrato pueden autodevaluarse e idealizar al agresor debido a la diferencia de poder entre ambos, así como a la intermitencia extrema entre el buen y el mal trato.

Teorías en relación afecto

Algunos autores relacionan los conceptos propios de la dependencia interpersonal con el apego como Bartholomew y Larsen, donde concluyen que la dependencia emocional está muy relacionada con el estilo de apego “preocupado”, las personas con este tipo de apego parecen tener modelos de apego mezclados, una baja autoestima y una imagen propia negativa. La dependencia emocional conforma un estilo de apego caracterizado por gran ansiedad con un fuerte deseo de intimidad y cercanía con otras personas sin importar que la relación con esas personas pueda ser o no tóxica.

Una variante del síndrome de Estocolmo es la constituida por También existe la posibilidad de que la víctima desarrolle el Síndrome de Estocolmo doméstico que es una variante del síndrome de Estocolmo cuya teoría desarrolla Andrés Montero y según el cual se consideraría un trastorno de adaptación, responsable de la defensa que la mujer realiza hacia su agresor. La mujer desarrollaría este síndrome como una manera de proteger su propia identidad y no salir mal parada en la relación, se trata de un proceso disociativo que llevará a la víctima a negar que recibe violencia de su agresor desarrollando un vínculo emocional con el lado que percibe más positivo expuesto en los momentos de arrepentimiento o “luna de miel”.

En la violencia de género el maltratador se erige en objeto exclusivo, dirigiendo toda la atención de la mujer hacia él a través de distintas técnicas como pueden ser la aplicación de ciertos actos violentos, el aislamiento emocional y social, el chantaje emocional, diversas estrategias de arrepentimiento…

Teorías en relación con la dependencia

En la dependencia emocional el sometimiento es utilizado como medio para preservar la relación, el maltratador es consciente, en mayor o menor medida, de que su pareja le tiene idealizado, esto quiere decir que va a existir para intentar hacerle feliz sin importar las consecuencias ya que ella depende de él.

La mujer le otorga una prioridad absoluta a la pareja sobre cualquier otra cosa, mediante el establecimiento de relaciones basadas en la subordinación y la sumisión. Una vez establecida la violencia como algo frecuente de la relación, convirtiéndose en algo crónico, puede producirse en la víctima una dependencia emocional, también denominada “apego paradójico” que sucede cuando el apego pasa a ser una necesidad de la cual la persona depende y cuya falta le crea ansiedad.

Muchas mujeres llegadas a este punto de la relación consideran que deben seguir luchando para que su pareja cambie (teoría de la trampa psicológica). No encuentran una explicación ni un por qué a la violencia que sufren llegando a culparse a sí mismas por creerse realmente responsables de la ira de su pareja.

Existen diversas teorías que defienden que la mujer no abandona al agresor a causa de las dependencias que desarrollan, por ejemplo, la teoría de la indefensión aprendida en la que se habla de cómo la víctima sufre un maltrato psicológico que empieza siendo casi imperceptible y que, poco a poco se va acentuando llevando esto un periodo de tiempo prolongado, lo que hace que la víctima desarrolle un estado de indefensión en el que pierde la capacidad de toma de decisiones al provocarle mal estar, falta de motivación, depresión… Lo que hace más probable la estancia de la víctima dentro de la relación.

Teorías en relación con el miedo

El miedo en cuanto a las relaciones de pareja tóxicas suele tardar en aparecer, normalmente aparece cuando la fase de luna de miel ha desaparecido o está en proceso de desaparecer, y las etapas de violencia se han acentuado, sin embargo, no es el miedo a la agresión lo que animaría a las víctimas a no abandonar a sus parejas, estas serían otros miedos ligados a la pérdida, el miedo a perder a sus hijos, a no tener a donde ir, a que puedan encontrar algo peor, a ser rechazadas…

Este miedo suele transformarse, poco a poco, en un miedo patológico, en el cual, por una parte, han absorbido los miedos de sus maltratadores y los que estos les han inculcado y de otras personas de su entorno que pudieran también sufrir maltrato. Por otra, se les ha creado una dependencia mediante la manipulación del miedo, es decir, les han inculcado miedo un día y otro para conseguir controlarles, reducirles, moldearles en función de las necesidades y deseos del maltratador.

El miedo no termina una vez terminada la relación, todas las personas que han sido maltratadas en algún momento de su vida, se enfrentan en algún momento a miedos que no comprenden y que quizá les dominen. No aparecen ante situaciones del todo reales porque son miedos que están dentro de ellos. Provienen de recuerdos y se activan en determinadas circunstancias sin que ellos puedan controlarlos del todo.

Como teorías en relación con este miedo, podríamos establecer la mayoría que forman parte de la toma de decisiones, por ejemplo, en el modelo del proceso de toma de decisiones en mujeres maltratadas, una de las preguntas habla directamente del miedo de no ser capaces de salir de forma sana y con éxito de la pareja.

Conclusión

Es difícil determinar una única razón de por qué la mujer no abandona a su agresor, ya que existen tantas circunstancias como personas. Existen circunstancias vinculadas a la víctima como puede ser la baja autoestima o el miedo, circunstancias vinculadas al agresor, como el chantaje emocional o en comportamiento antisocial y circunstancias ligadas a la relación, como puede ser las presiones sociales o la dependencia económica. Para cada persona el peso de estas circunstancias puede ser diferente, puede haber mujeres con la autoestima alta sin preocupaciones económicas que ceda al chantaje emocional de su pareja, al igual que puede haber una víctima de maltrato a la que le importe lo que la sociedad pueda decir de ella al abandonar su hogar.

Aunque todo esto es bastante relativo si podemos observar que, por norma general, existe un patrón, si bien en un inicio de la relación si existe la relación de afecto, esta evoluciona a una dependencia, y cuando la fase de luna de miel se extingue, aparece el miedo, por lo general un miedo a la agresión que viene ligado al miedo a perder otras cosas como a los hijos, el dinero, el estatus social…

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