Influencia del estrés laboral en la salud

Autor:

Alejandro Micó Marinas

Resumen

En este trabajo de investigación, se argumentarán los beneficios de la práctica de actividad física frente al estrés laboral. Científicamente se ha comprobado que la actividad física comporta numerosos beneficios a la salud, y una de ellas es la propia utilización de la actividad física como factor de protección frente al estrés laboral.

Palabras clave

Salud, estrés laboral, actividad física, beneficios a la salud.

Introducción

Existen trabajos donde las relaciones personales son importantes para un correcto desempeño del trabajo. Algunas profesiones como es el caso del docente, deben trabajar muchas horas en contacto con otras personas (alumnos y familiares de estos alumnos). Estas relaciones entre el profesor y el alumno y familiares se establecen principalmente en los centros docentes, aunque bien es cierto que siempre se puede presentar una situación en cualquier situación no planteada.

Estas interacciones, pueden ser positivas o negativas pudiendo desarrollar el síndrome de quemarse por el trabajo (a partir de ahora SQT) al docente, puesto que el docente es un agente importante en la consecución de metas para el adolescente. Cuando el profesor interactúa con alumnos, padres y/o madres, establece un proceso emocional. Este proceso puede desarrollarse hacia el síndrome de quemarse por el trabajo si estas relaciones no son de calidad. Una de las acciones que se derivan para evitar esta situación es la supresión o control de las emociones negativas, puesto que son las causantes del deterioro de la salud si aparecen de forma crónica (Piqueras, Ramos, Martínez y Oblitas, 2009; Pinedo, Arroyo y Caballero, 2017).

El ejercicio físico se relaciona con la salud de forma muy evidente, puesto que existen investigaciones que demuestran que la actividad física, el ejercicio o el deporte son un factor importante que condiciona la calidad de vida (Fentem, Barsey y Turnbull, 1988, Bouchard, Shephard, Stephens, Sutton y McPherson, 1990; Biddle, 1993; Blasco, 1994), produciendo efectos positivos en sobre el estado físico y psicológico (Haskell, 1984; Blasco, Capdevila, Pintanel, Valiente y Cruz, 1996; Márquez, 1995; Powell y Paffenbarger, 1985) independientemente del sexo de los sujetos o de la edad.

Algunos de los efectos que varían según estos autores con respecto a la práctica de ejercicio físico son: niveles moderados de ansiedad y depresión, baja confianza, problemas fóbicos, exceso de tensión y estrés, problemas de sueño, niveles elevados de agresividad, problemas de sociabilidad, problemas de introversión, exceso de pasividad y pesimismo y personalidad Tipo A.

Desarrollo de los contenidos

Existe un amplio reconocimiento de los efectos beneficiosos producidos por la actividad física regular y el ejercicio, tanto desde el punto de vista físico (Cenarruzabeitia, Hernández y Martínez-González, 2003) como psicológico (Márquez, 1995). Los beneficios psicológicos no sólo son evidentes para la población normal, sino también para el tratamiento de los trastornos psicológicos tales como la depresión, la ansiedad, el estrés, el abuso de alcohol o de sustancias, etc. y de igual forma, la práctica habitual de ejercicio físico puede resultar de utilidad en la prevención de trastornos psicológicos (Márquez, 1995).

El estrés es un componente importante del estilo de vida (Seyle, 1978) y es por ello que cuando superamos el nivel óptimo de estrés, incurrimos en un deterioro de la salud. La salud, la entendemos como el proceso por el cual el hombre desarrolla al máximo sus capacidades (Rodríguez Marín, 1995), y además, como un estado de completo bienestar en diferentes vertientes como la social, la mental y la física (Organización Mundial de la Salud, 1986).

Un nivel alto de estrés no es saludable hacia nuestro sistema nervioso y por tanto, se observa el estrés como una amenaza para el individuo puesto que rompe el equilibrio bio-psico-social de la persona. La persona se adapta a las respuestas que se le atribuyen des del sistema nervioso (tanto biológica, psicológica y social). La adaptación de forma biológica, se plasma mediante la realización de actividad física, aumentando con ello el nivel inicial de tolerancia que tenemos hacia el estrés.

Por tanto, el papel de la actividad física será de función compensatoria, es decir, mantener o reestablecer el equilibrio bio-psico-social de la persona.

Además de esto, existe evidencia científica de que la actividad física puede reducir o aliviar los síntomas de la depresión si se realiza de una forma regular, puesto que tiene unos efectos en el sistema nervioso (en las monoaminas cerebrales), además de mejorar la autoestima.

Existen estudios transversales relacionando actividad física y depresión que demuestran reducciones en los niveles de depresión aunque no se ha establecido una secuencia temporal, previniendo las inferencias de causalidad (Mausner y Kramer, 1985).

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Existen numerosos estudios que relacionan el ejercicio físico con una mejora del estado de ánimo, depresión, ansiedad y autoestima. En el primero de los casos, cuando se refiere a la relación entre la práctica de actividad física y el estado de ánimo, se han encontrado evidencias que establecen una disminución entre las puntuaciones en depresión, tensión, ansiedad, fatiga cuando se realiza actividad física (McDonald y Hodgdon, 1991).

En cuanto a la depresión, también existen resultados que determinan los efectos positivos de la realización de ejercicio físico relacionado con la reducción de la depresión (Klein et al, 1985; Doyne, Chambliss y Beutler, 1983; North, McCullagh y Tran, 1990).

En cuanto a la relación entre ejercicio físico y la reducción de la ansiedad, también se ha establecido una relación positiva (Sime, 1984; Morgan y O’Connor, 1988; Powell, 1988), y por último, también encontramos una influencia positiva en la mejora del auto-concepto y autoestima cuando se realiza actividad física (Willis y Campbell, 1992; Harris, Caspersen, Defriese y Estes, 1989; McAuley, 1994; Gruber, 1986; Desharnais, Jobin, Cote, Levesque y Godin, 1993).

Otros aspectos que ha sido estudiados y se han encontrado beneficios en cuanto a la relación con la práctica de actividad física son que los procesos cognitivos (Clarkson-Smith y Harley, 1989), la memoria (Gázquez, Martí, Roura, Blasco y Capdevila, 1992), reducen la fatiga y la confusión (McDonald y Hodgdon, 1991), y canaliza la agresividad (Harris et al, 1989; McAuley, 1994); al igual que actúa reduciendo el estrés (Sinyor, Schwartz, Peronnet, Brisson y Seraganian, 1983; Berger, Owen y Man, 1993).

Distintos organismos a nivel internacional han publicado informes oficiales donde se establece que la actividad física tiene beneficios preventivos y terapéutios desde una perspectiva psicológica (Internacional Society of Sport Psychology, 1992; UK Department of Health, 2004).

Craft (2005) establece que los efectos de la actividad física son mayores cuando los cuestionarios clasifican a los sujetos como moderados/severamente deprimidos, si el ejercicio es de larga duración, intensidad elevada y realizado varias veces por semana y si el programa de ejercicio tiene una duración superior a nueve semanas e implica más sesiones.

Otros autores corroboran estos resultados, puesto que afirman que el tipo de ejercicio que ocasiona mayores mejoras son las actividades aeróbicas cíclicas, tales como son la carrera continua, ciclismo, caminar o natación, y todo ello realizada de forma moderada a baja intensidad (Guszkowska, 2004).

Conclusiones del trabajo

Además del efecto antidepresivo de la actividad física, también tiene otros beneficios, tal y como establece Martínez (1998):

– Incrementa del flujo sanguíneo y de la oxigenación que acompaña a la práctica de actividad física tiene efectos positivos en el sistema nervioso central.

– Incrementa los niveles de norepinefrina, cuyos niveles bajos van asociados a estados depresivos.

– Provoca sensación de autocontrol.

– Mejora la imagen corporal.

Además de estas consideraciones, mediante la práctica de actividad física se mejoran los factores biológicos, ya que incrementa los niveles de neurotransmisores como la serotonina, y estimula la secreción de morfinas endógenas produciendo cierta euforia (North, 1993).

Bibliografía

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– Dishman, R. (1997). ExercisePsychology. VI Congreso Nacional de Psicología del Deporte. Las Palmas de Gran Canaria, 19-22 Marzo.

– Guszkowska, M. (2004). Effects of exercise on anxiety, depression and mood. Psychiatr Pol,38(4):611-620.

– Márquez, S. (1995). Beneficios psicológicos de la actividad física. Revista de psicología general y aplicada: Revista de la Federación Española de Asociaciones de Psicología, 48(1), 185-206.

– Pinedo, R., Arroyo, M.J y Caballero, C. (2017). Afectividad positiva y negativa en el futuro docente. Revista de Educación, 20, 11-16.

– Piqueras, J., Ramos, V., Martínez, A. y Oblitas, L. (2009). Emociones negativas y su impacto en la salud mental y física. Suma Psicológica, 16(2), 85-112.

– Remor, E., y Pérez-Llantada, M. C. (2007). La relación entre niveles de la actividad física y experiencia de estrés y de síntomas de malestar físico. Revista Interamericana de Psicología, 41, 313-322.

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