Índice
Autora: María Pilar Mir Cortés
Objetivo:
El objetivo principal de esta revisión es identificar la necesidad de programas educativos en materia de protección solar para la prevención de las quemaduras solares.
Metodología:
Se realizó una búsqueda de la literatura científica a través de la base de datos Medline, Embase y Cuiden Plus para saber si existía la necesidad de realización de programas educativos en materia de protección solar para la prevención de quemaduras solares y sobre que grupos debían dirigirse las campañas educativas.
Palabras clave:
- Sunburn (quemadura solar)
- Health promotion (prevención)
- Sunscreening agents (protectores solares) RESUMEN
Resultados:
Se realizó una evaluación de 9 artículos en los cuales se incidía en la necesidad de los programas educativos en materia de protección solar en todos los periodos de la vida, pero sobre todo hasta los 18 años, periodo en el que se producían mayor números de quemaduras. Además se encontró que sigue existiendo un desconocimiento general del índice UV (ultravioleta) propuesto por la OMS, y que se considera parte fundamental de los programas.
Conclusiones:
La revisión de las publicaciones existentes hasta la actualidad indica la utilidad de los programas de salud para educar a los niños y adolescentes en la prevención de las quemaduras solares. Estos programas deben realizarse desde la niñez hasta los 18 años, por ser el periodo de la vida en el que se producen más quemaduras solares. No obstante es necesario abordar temas como el Índice UV de la OMS y adaptar los programas a las nuevas sociedades.
INTRODUCCIÓN
Las quemaduras solares y el bronceado son los efectos agudos más conocidos de la exposición a la radiación UV (ultravioleta). A largo plazo se produce un envejecimiento prematuro de la piel como consecuencia de la degeneración de las células, del tejido fibroso y de los vasos sanguíneos (1).
La exposición al sol es el factor de riesgo principal para el cáncer de piel. La evidencia sugiere que la exposición al sol que conduce a las quemaduras solares, incluyendo una historia de quemaduras solares a edades más tempranas, aumenta el riesgo de melanoma y carcinoma de células basales (2).
Cada año se producen en el mundo tres millones de casos de cáncer de piel no melánico y aproximadamente 132.000 casos de cáncer de piel melánico. La letalidad del cáncer no melánico es muy baja y son curables en un 95%, sin embargo, el melánico es mucho más mortal principalmente en poblaciones de piel clara (2). Entre 12 y 15 millones de personas padecen ceguera causada por cataratas. Según la OMS, hasta un 20% de estos casos puede haber sido causa o haberse agravado por la exposición al sol. Asimismo la radiación UV puede aumentar el riesgo de enfermedades infecciosas y limitar la eficacia de las vacunas (2).
En 2018 la incidencia de cáncer melanoma en España es de 9,7 por cada 100.000 habitantes con máxima frecuencia en Marbella y mínima en Zaragoza para el total de población (1). En 2019 se estima una incidencia de 3.171 nuevos casos de melanoma al año y más de 74.000 nuevos casos de cáncer cutáneo no melanoma. Estas cifras se han duplicado en los últimos 30 años y continuarán haciéndolo si no se implementan unos hábitos de fotoprotección adecuados y programas para revisar la piel (2).
En el registro nacional de melanoma de la «Academia Española de Dermatología y Venereología» entre el periodo de 1998 y 2011 se observó que en nuestro país el melanoma es más común en las mujeres (57,2%), con una edad media en el momento del diagnóstico de 55 años en las mujeres y 57 años en los hombres, siendo el subtipo histológico más frecuente el de extensión superficial (60%). El incremento de la incidencia afecta a todas las edades y es solo superado por los cánceres de hígado y de tiroides (2). Esta elevada incidencia, ha generado una alarma social y médica, que obliga a tener un abordaje multidisciplinario, orientado fundamentalmente a la prevención. A pesar del aumento del número de casos, la mortalidad permanece estable, probablemente en relación con la mejoría diagnóstica y precocidad quirúrgica (2).
La causa principal del aumento del cáncer de piel se considera desde los años setenta que es la conducta de las personas con respecto al sol. En los últimos años se han aumentado las actividades al aire libre y se han incorporado nuevos hábitos para tomar el sol lo que ocasiona un aumento de la exposición a la radiación ultravioleta (1).
La OMS ha diseñado un índice solar mundial (IUV) el cual supone una medida de ayuda para medir la radiación solar que llega a la tierra. Se considera instrumento educativo fundamental como parte integral de los programas para cambiar los comportamientos y actitudes de la población con respecto a la protección solar. Debe dirigirse a los grupos más vulnerables como los niños, adolescente y turistas. A través de este índice se espera aumentar la concienciación de la población sobre los riesgos que conlleva la exposición a la radiación ultravioleta y disminuir los costos de atención sanitaria (1).
En una sociedad donde poseer una buena imagen corporal pasa por la obligatoriedad de lucir una piel bronceada, tomar el sol con este único objetivo, empieza a no ser demasiado aconsejable. El primer paso hacia conductas favorables pasa por una buena protección frente a las radiaciones solares y mejorar los programas educativos que hasta ahora se han hecho, comenzando desde la infancia (3).
OBJETIVO
El objetivo principal de este estudio es evaluar la necesidad de programas educativos en materia de protección solar para la prevención de las quemaduras solares.
OBJETIVO ESPECÍFICO
Identificar los grupos poblaciones sobre los que hay que dirigir las campañas de promoción de la salud para la prevención de las quemaduras solares.
METODOLOGÍA
Estrategia de búsqueda:
La búsqueda bibliográfica se realizó en enero de 2019. Se planteó una búsqueda de evidencias desde 2002 hasta 2019, sobre qué información había acerca de la educación sanitaria en materia de prevención de quemaduras solar y si existía una necesidad de los programas educativos para la prevención de las quemaduras solares. Se ha hecho uso del DeCS (descriptor en ciencias de la salud) para identificar las palabras claves de nuestro estudio: Sunburn (quemadura solar), Health promotion (prevención), Sunscreening agents (protectores solares). La evidencia de nuestra investigación la obtuvimos a través de fuentes secundarias y fuentes primarias. Accedimos a las bases de datos de MEDLINE (PubMed), EMBASE (Elsevier) y CUIDEN Plus.
Criterios de inclusión y exclusión:
Para esta revisión se han tenido en cuenta los siguientes aspectos para la inclusión:
- Revisiones sistemáticas y metaanálisis, ensayos clínicos aleatorizados, estudios cuasiexperimentales con y sin grupo control. Además de la Guía práctica Índice UV solar mundial de la OMS y estudios de prevalencia para ver cómo estaba la situación en esta materia.
- Se incluyeron aquellos artículos en los que se hubiera llevado a cabo programas educativos en los que se hubiera trabajado con niños y adolescentes.
Se excluyeron todos aquellos artículos que no cumplieran los criterios anteriormente mencionados, además de literatura gris.
EXPOSICIÓN DE TEMA ANALIZADO
La prevención es la mejor forma de tratar las quemaduras solares. Los comportamientos de las personas están sujetos a determinantes marcados por la cultura, ocio o situación geográfica por lo que es difícil realizar una educación para la salud en la población (1).
Según Valdivieso R et al (4) es primordial la divulgación en los niños y sus padres, los conocimientos y la promoción de las medidas de protección solar. Con ello pretende cambiar las actitudes y comportamientos respecto al sol y disminuir la incidencia de cáncer cutáneo. Es fundamental la realización de programas comunitarios en escuelas, centros de salud, clases extraescolares etc y sobre todo en países soleados como es el caso de España. La transmisión de la información debe realizarse de manera positiva que permita a la población disfrutar del sol con seguridad. Las edades comprendidas entre los 9 a 12 años son los años en los que hay que tener una mayor vigilancia, ya que los niños comienzan a independizarse de sus padres con respecto a la protección solar.
Morales M. et al. (5) está de acuerdo en que el mejor tratamiento de las quemaduras solares es la prevención. Incide en la necesidad de realizar campañas educativas sobre todo hasta los 18 años, que es cuando se produce mayor número de quemaduras solares y por lo tanto un mayor daño por la radiación ultravioleta que puede desencadenar en el cáncer de piel.
Leslie K. et al. (6) realizó un estudio en el cual obtuvo un mayor riesgo de melanoma con el aumento de quemaduras solares durante la niñez, adolescencia y la edad adulta, por lo que las estrategias de prevención deberían centrarse en reducir el número de quemaduras solares en todos los periodos de la vida, no solo en la infancia.
Por otro lado un estudio realizado a jóvenes adolescentes en EE.UU, estimaba que la mayor parte de la radiación percibida era durante las adolescencia y el desarrollo de ampollas tras las quemaduras aumentaba el riesgo de padecer melanoma (7).
Según el primer programa de educación sanitaria “Solsano” realizado a niños de entre 6 y 8 años en España, aumentar los conocimientos sobre la reducción de la exposición a la radiación es la mejor estrategia de prevención del cáncer de piel. Igualmente resalta la importancia de la protección solar en la infancia y la adolescencia, ya que puede reducir el número de quemaduras solares siendo crucial para la prevención del cáncer de piel. Sin embargo se debe reforzar los conocimientos en la pre-adolescencia con la introducción de nuevos temas como: la capa de ozono, el índice IUV, y el factor de protección ultravioleta para la ropa (8). Se ha demostrado que el grupo de edad que más se expone a la radiación del sol voluntariamente y que menos utiliza los filtros solares es el de 17 a 24 años (7,9).
Robyn M Lucas. et al. (10) inciden en la necesidad de aumentar la comprensión del Índice UV, debiendo incorporar la duración de la exposición y el aumento de la protección solar al aumentar la dosis de radiación UV. En su artículo realiza una crítica a las pautas actuales de la Organización Mundial de Salud, ya que aconsejan protección solar solo cuando el Índice UV es 3 o mayor. Este consejo no está basado en la evidencia. Este índice es una escala continua por lo que se requiere más protección a medida que el índice UV aumenta.
Por lo tanto la intensidad de la radiación UVA y el tiempo de exposición juegan un papel clave en la generación del cáncer de piel y en la síntesis de vitamina D, de ahí la importancia de una educación adicional para comprender el índice UV, ya que hoy en día se ha utilizado para enviar mensajes a la población pero sigue existiendo un desconocimiento general.
Puede resultar un desafío a la hora de establecer y proporcionar mensajes de Salud Pública precisos y basado en la evidencia sobre la exposición al sol, porque la radiación ultravioleta UV varía según la hora del día, la época del año, la ubicación, la situación climatológica del momento, como pueden ser las nubes o nieblas entre otras condiciones atmosféricas. Además las poblaciones varían con respecto a los tipos de piel y los comportamientos habituales que la población ejerce con respecto a la exposición al sol (10).
Una manera de poder llegar al índice UV es mediante aplicaciones de teléfonos inteligentes (por ejemplo Global IUV ,uv2Day, UvIndeks) y en línea a través de previsiones meteorológicas (10).
CONCLUSIONES
Son necesarias campañas de prevención de quemaduras solares, ya que sigue existiendo un aumento del cáncer de piel. Los programas educativos de educación solar deben estar dirigidos a toda la población, no obstante hay que incidir en la niñez y la adolescencia, siendo estas campañas de vital importancia hasta los 18 años. Periodo en el cual se produce el mayor número de quemaduras solares y existe una asociación directa con el melanoma. Una historia de más de 3 quemaduras con ampollas antes de los 18 años está asociado al cáncer melánico.
Sigue existiendo una necesidad en el aumento de los conocimientos para cambiar los comportamientos y actitudes con respecto al sol. El índice UV sigue siendo un reto en nuestra sociedad, a pesar de ya estar incorporado en la programación meteorológica, se precisa de una comprensión completa del mismo, para ello también existen aplicaciones móviles las cuales atendiendo a las características fototípicas y a la ubicación, indican el índice UV y la cantidad y periodicidad de aplicación de los filtros solares.
Por último, las estrategias de promoción de los hábitos saludables respecto al sol y la prevención de las quemaduras solares que son factores de riegos de producir cáncer de piel, deben estar apoyados por los gobiernos nacionales o regionales. Los programas educativos eficaces favorecen la economía del país al disminuir o reducir los recursos necesarios para llevar a cabo la atención sanitaria que requiere el tratamiento del cáncer, además de las ventajas que suponen para la salud. Mediante la disminución de las quemaduras y la exposición a la radiación ultravioleta se puede reducir la tasa de cáncer de piel.
BIBLIOGRAFÍA
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