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Autora: Ana Virginia Martín Fernández. Medicina de Familia
Introducción
La disfagia, un término médico que describe la dificultad para tragar, es un problema de salud que puede tener graves consecuencias si no se aborda adecuadamente. Aunque este trastorno puede ser temporal o crónico, es esencial comprender sus causas y la mejor manera de adaptar la alimentación de quienes la padecen. Como profesionales de la salud, nuestro papel es no sólo diagnosticar y tratar sino también educar y orientar a nuestros pacientes sobre cómo vivir con esta afección.
Causas comunes de la disfagia
La disfagia puede tener diversas causas, ya sean neurológicas, estructurales o psicológicas. Algunas de las causas más comunes incluyen:
Enfermedades neurológicas: condiciones como el accidente cerebrovascular, la enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple pueden afectar la capacidad del cuerpo para tragar adecuadamente.
Obstrucciones y tumores: un tumor o una masa en el esófago puede hacer que sea difícil para los alimentos pasar al estómago.
Envejecimiento: con la edad, los músculos encargados de la deglución pueden debilitarse, lo que puede llevar a problemas al tragar.
Disfagia por ansiedad: aunque no es tan común, la ansiedad puede generar tensión en los músculos de la garganta, dificultando el proceso de deglución.

Alimentación recomendada para pacientes con disfagia
La alimentación adecuada en pacientes con disfagia es de suma importancia, no solo para garantizar la nutrición adecuada sino también para prevenir complicaciones que pueden ser graves, como la aspiración. El objetivo principal es proporcionar una dieta que sea segura y que al mismo tiempo cumpla con las necesidades nutricionales y energéticas del paciente. Afortunadamente existen empresas del sector de la nutrición sanitaria especializadas en adaptar la alimentación a las necesidades de los pacientes que padecen disfagia. Es el caso de Taliment que ofrece comidas trituradas deshidratadas, espesantes, texturizantes, cereales, copos de fruta, gelatinas para hidratación, proteínas, etc
Como norma general, la alimentación de estos pacientes debe basarse en las siguientes pautas:
- Consistencia y textura: Los alimentos deben adaptarse a la capacidad del paciente para tragar. Las dietas pueden variar desde purés y alimentos molidos hasta preparaciones más espesas, dependiendo del grado de la disfagia. Los alimentos pegajosos, duros o que requieran una masticación extensa deben ser evitados, ya que presentan un mayor riesgo de atragantamiento.
- Hidratación: Mantener a los pacientes bien hidratados es esencial. Sin embargo, los líquidos estándar pueden ser difíciles de tragar para algunos pacientes con disfagia. En tales casos, se pueden utilizar líquidos espesados o bebidas gelificadas. Los espesantes comerciales están disponibles y pueden ser de gran ayuda para ajustar la consistencia de los líquidos.
- Porciones y frecuencia: Es más adecuado ofrecer comidas en porciones pequeñas y aumentar la frecuencia de las mismas. Esto puede ayudar a reducir la fatiga asociada con el esfuerzo de tragar y asegura una ingesta nutricional constante a lo largo del día.
- Alimentos ricos en nutrientes: Dado que la cantidad de alimentos que se consume puede ser limitada, es crucial optar por alimentos que sean densamente nutritivos. Esto incluye alimentos ricos en proteínas, vitaminas y minerales.
- Suplementos nutricionales: En casos en los que la alimentación regular no cumpla con las necesidades nutricionales, los suplementos nutricionales, ya sea en forma de batidos o suplementos en polvo, pueden ser una opción viable.
- Posición al comer: La postura del paciente al comer puede marcar una diferencia significativa. Por lo general, es recomendable que el paciente esté en una posición erguida, ya sea sentado o con la cabecera de la cama elevada. Esto ayuda a reducir el riesgo de aspiración.
- Colaboración con un nutricionista: Es recomendable que los pacientes con disfagia trabajen estrechamente con un nutricionista o dietista. Ellos pueden ayudar a personalizar la dieta, garantizando que se cumplan las necesidades individuales del paciente y a la vez proporcionando comidas que sean seguras de tragar.
Es esencial reconocer que cada paciente con disfagia es único y que la adaptación de la dieta debe hacerse de manera personalizada. Lo más importante es garantizar la seguridad, el bienestar y la calidad de vida del paciente al enfrentar este desafío.
Prevención y manejo de la disfagia
Es fundamental estar alerta a los signos y síntomas de la disfagia para poder intervenir a tiempo. Las estrategias preventivas incluyen ejercicios de fortalecimiento de los músculos de la deglución y técnicas específicas de alimentación. Además, la colaboración interdisciplinaria con logopedas y nutricionistas es crucial para garantizar un enfoque integral.
Bibliografía
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