Índice
Autoras: Adela Álvarez Suárez, Julia Menéndez Friera
Introducción
La diabetes mellitus (DM) es una enfermedad con una elevada prevalencia, con un alto número de muertes, con complicaciones graves y con problemas socioeconómicos en todo el mundo (Cho, NH.; 2018). Se trata de una enfermedad que tiende a la cronicidad, por ello es de suma importancia el seguimiento y control de los signos y síntomas de los pacientes desde campos multidisciplinares para evitar las patologías asociadas y el empeoramiento de los afectados (Hidalgo, I.; 2014).
El abordaje terapéutico debe evitar el deterioro del paciente, asegurando su bienestar y calidad de vida tanto en el presente como en el futuro (ADA; 2018).
Definición y tipos
La diabetes mellitus es una enfermedad metabólica de etiología multifactorial caracterizada por una hiperglucemia crónica, alteraciones en el metabolismo de los hidratos de carbono, grasas y proteínas. Todo ello está causado por una alteración en la secreción de insulina, pérdida de sensibilidad a la acción de la hormona, o de ambas situaciones (Papatheodorou K.; 2016).
En los pacientes diabéticos la insulina no puede cumplir su función por diversas razones. Esta hormona peptídica producida en las células beta del páncreas se encarga de que la glucosa entre en algunas células con el objetivo de producir energía. Los enfermos de diabetes pueden presentar destrucción autoinmune de las células beta del páncreas o alteraciones en la síntesis de la misma o sus receptores (Cervantes-Villagrana RD.; 2013, Weiss M.; 2014).
Los principales tipos de diabetes mellitus son (Conget I.; 2002):
Diabetes mellitus tipo 1 (DM1)
Se subdivide en dos subtipos, la DM1 A (autoinmune) y DM1 B (idiopática). Este tipo aparece con una frecuencia de uno por cada diez diabéticos. Se trata de una patología cuya sintomatología debuta entre los 10-12 años. Su etiología se debe a una destrucción autoinmune por parte de linfocitos T activados de las células β. El paciente permanece asintomático en una primera fase de duración variable. Cuando la masa de células β llega a un valor crítico comienzan aparecer los primeros síntomas debido a la hiperglucemia y la insulinopenia. Cabe destacar entre los principales síntomas la poliuria, polidipsia, polifagia, pérdida de peso y tendencia a la cetoacidosis. Puede ser diagnosticada mediante anticuerpos Anti GAD (antiglutamato descarboxilasa), anti insulina y contra los islotes de Langerhans.
Diabetes mellitus tipo 2 (DM2)
Corresponde al 80-90% de los diabéticos siendo la forma más común. Con frecuencia se asocia a obesidad. Antiguamente se asociaba a personas por encima de los 45 años. Hoy en día se ha convertido en una patología que puede afectar a jóvenes, adolescentes y niños. Esto se debe a la progresión de la obesidad en edades tempranas. No suele ocurrir cetoacidosis de manera espontánea. El progreso de la enfermedad tiene diferentes grados de afectación que van desde una resistencia a insulina y deficiencia de la misma, hasta un defecto en su secreción.
Diabetes mellitus gestacional (DMG)
Intolerancia a la glucosa durante el embarazo. Es una resistencia a la insulina durante el curso de la gestación. La placenta presenta también una función endocrina y libera esteroides, que tienen acción hiperglucemiante. El lactógeno placentario encargado de la gluconeogénesis también puede provocar elevación de glucemia.
Otros tipos de diabetes
Diabetes neonatal, diabetes tipo MODY, diabetes inducidas por fármacos (como los glucocorticoides), etc.
La Diabetes tipo MODY es una forma de la enfermedad hereditaria. Representa un 1 a 5% de los casos. Sus iniciales significan Maturity Onset Diabetes of the Young (diabetes del adulto de instauración en la juventud). Se presenta normalmente antes de los 25 años de edad. No se relaciona con sobrepeso ni obesidad.
Factores de riesgo de Diabetes Mellitus
Los factores de riesgo asociados a la diabetes mellitus tipo 1 son (Bonifacio E.; 2018):
– Genéticos e inmunológicos
– Exposición a virus y factores ambientales.
Se desconoce la causa exacta. El propio sistema inmune encargado de combatir virus y bacterias ataca por error a los islotes de Langerhans. Se diagnostica con mayor frecuencia en niños aunque puede aparecer a cualquier edad.
Los factores de riesgo asociados a la diabetes mellitus tipo 2 son (Siegel K.R.; 2018):
– Antecedentes familiares de diabetes.
– Obesidad: índice de masa corporal (IMC) elevado. Hoy en día la distribución de la grasa es igual de importante siendo la grasa localizada en la zona abdominal la que genera una mayor resistencia a la insulina.
– Dieta basada en alimentos poco saludables, comida rápida y una peor adherencia a la dieta mediterránea.
– Falta de actividad física y sedentarismo.
– Edad y sexo: la prevalencia de la diabetes aumenta con la edad. Es inferior al 10% en personas de menos de 60 años y del 20% entre los 60-79 años de edad. Existe una mayor prevalencia en varones entre 32 y 69 años y en las mujeres mayores de 70 años.
– Hipertensión arterial (HTA): mayor o igual 140/90 mm de Hg en reposo. Estos valores de presión arterial deben tomarse en estado de reposo y el paciente no debe encontrarse en estado de excitación, ni haber bebido café o bebidas alcohólicas, ni haber fumado por lo menos 30 minutos antes de la toma de la presión.
– Origen étnico: el riesgo de desarrollar diabetes es menor en caucásicos que en el resto de etnias estudiadas (raza negra, asiática e hispana). Se consideran de alto riesgo: latinoamericanos, afroamericanos, americanos de origen asiático y los procedentes de las islas del Pacífico.
– Tolerancia anormal a la glucosa (TAG): glucosa en sangre más alta de los niveles normales, pero por debajo del umbral para el diagnóstico de la diabetes.
– Antecedentes de diabetes gestacional.
– Mal nutrición durante el embarazo.
Diagnóstico
Por definición se considera diabético a aquella persona que cumpla los siguientes criterios, marcados por la American Diabetes Association, (ADA): (ADA; 2015)
1. Síntomas clásicos de diabetes mellitus, como son poliuria, polidipsia, polifagia y pérdida no explicada de peso. Así mismo una glucosa plasmática mayor o igual a 200 mg/dl.
2. Glucemia plasmática Basal (GB) mayor o igual a 126 mg/dl en ayunas (mínimo 8 horas). En este caso se denominaría Glucemia plasmática Basal Alterada (GBA).
3.- Resultado del test de tolerancia oral de glucosa (TTOG) con 75 g de glucosa, mayor o igual a 200 mg/dl. El test debe realizarse según describe la Organización Mundial de la Salud (OMS), utilizando 75 g de glucosa disueltos en 400 ml de agua. Este criterio no está recomendado para el uso clínico rutinario.
4.- Hemoglobina Glicosilada (HbA1c) mayor o igual de 6,5 %. Se trata de una prueba que cuantifica la cantidad de hemoglobina que se glucosila en el torrente sanguíneo. Refleja la media de valores de glucemia en los últimos 2-3 meses y puede realizarse sin ninguna preparación previa. Sirve como indicador para saber si se está realizando un correcto tratamiento y control de la enfermedad. Cuanto mayor sea, más riesgo de desarrollar complicaciones tendrá el paciente.
Estos criterios deben ser confirmados repitiendo la prueba en un día distinto. Si el paciente presente una hiperglucemia con descompensación metabólica aguda no se realizaría.
Los estadios previos al diagnóstico de diabetes (prediabetes) muestran cifras de glucemia basal alteradas. Normalmente se debe a un estado de insulinorresistencia inicial (Dorcely B.; 2017)
Tratamiento
El tratamiento varía dependiendo de si se trata de diabetes mellitus tipo 1 o de tipo 2.
En el caso de diabetes mellitus tipo 1 el tratamiento se basa en la administración de insulina y un plan de alimentación saludable. Es importante llevar un control de los alimentos ricos en hidratos de carbono, siendo estos de rápida absorción. La insulina usada dependerá de las necesidades, imitando el funcionamiento de un páncreas normal. Una parte de la insulina va orientada a cubrir las necesidades basales y otra parte para metabolizar los alimentos.
La dosis dependerá del valor de la glucemia y la ingesta que se realice. Es muy importante realizar una correcta monitorización de los niveles de glucosa especialmente antes y 1-2 horas después de las comidas. El ejercicio físico no forma parte del tratamiento propiamente, pero al ser una actividad saludable se les recomienda. Deben ser conscientes de que la realización del mismo altera los niveles de glucosa en sangre. (Barquilla García A.; 2017)
Para la diabetes mellitus tipo 2 el tratamiento se basa en una alimentación saludable que ayude a controlar el peso. Es necesario educar al paciente en los principios de la dieta mediterránea. Así mismo debe promoverse y motivar a la realización de actividad física regular un mínimo de 3-5 veces por semana. Si el control no es el adecuado se necesitará tratamiento farmacológico. Se usarán en estos casos antidiabéticos orales (ADO). Entre ellos cabe destacar:
– Sulfonilureas: fueron las primeras en usarse. Estimulan la secreción de la insulina. Se consideran de elección en pacientes que no son obesos.
– Inhibidores de la alfa-glucosidasa: retrasan el proceso de absorción intestinal de los hidratos de carbono. De esa forma reducen la glucosa postprandial.
– Derivados de las tiazolidindionas: provocan un aumento de la utilización de glucosa en los tejidos periféricos. Por otra parte, son capaces de inhibir la gluconeogénesis.
– Biguanidas: refuerzan la acción de la insulina y se consideran de elección en pacientes obesos o con sobrepeso.
Si no se estabiliza la glucemia se optará por el uso de insulina (Hernando Jiménez V.; 2016)
Conclusiones
Una buena formación y actualización en diabetes y en el alcance de la enfermedad, es imprescindible por parte del profesional sanitario, para ofrecer el tratamiento más adecuado. De esa forma se evita una mala adherencia al tratamiento por parte del paciente, evitando complicaciones y posibles errores en la administración farmacológica (Orozco-Beltrána D., 2016).
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