Índice
- 1 INTRODUCCIÓN
- 2 DIAGNÓSTICO DE LA DEMENCIA
- 3 FACTORES DE RIESGO QUE PROPICIAN LA MAYOR PROBABILIDAD DE PADECER DEMENCIA
- 4 TIPOS DE DEMENCIA
- 5 NECESIDADES Y FACTORES A TENER EN CUENTA CUANDO TRATAMOS CON PERSONAS QUE PADECEN DEMENCIA
- 6 TÉCNICAS Y CUIDADOS DEL TÉCNICOS EN CUIDADOS AUXILIARES DE ENFERMERÍA (TCAE) A PACIENTES CON DETERIORO COGNITIVO
- 7 BIBLIOGRAFÍA
Autores: Ana Isabel Calvo Suárez, Benedicta Álvarez Iglesias, Araceli Lasarte Ibáñez
INTRODUCCIÓN
El deterioro cognitivo es la pérdida de funciones cerebrales tales como la memoria, la capacidad de mantener la atención y la velocidad con la que procesamos la información.
El envejecimiento cerebral es un proceso normal, y está demostrado que un cerebro humano, a partir de los 60 años, experimenta una pérdida de peso y volumen, lo que aumentará el tamaño de los surcos cerebrales, de los ventrículos y del líquido cefalorraquídeo. También habrá una disminución del número total de neuronas, menos ramificaciones dendríticas de las mismas y pérdida de su plasticidad.
Todo esto tendrá como consecuencia trastornos como el desequilibrio entre serotonina (ayuda a regular el estado de ánimo, el sueño, el apetito,…) y noradrenalina (íntimamente ligada a la capacidad de aprendizaje y a la memoria), un enlentecimiento general de los procesos mentales,…
Podemos detectar una disminución de la habilidad visoespacial (capacidad de ver objetos de forma dimensional y así calcular distancias entre ellos, por ejemplo).
Y habrá una menor flexibilidad mental.
Pero se conserva la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y las memorias semántica (relacionada con el conocimiento del mundo basándose en la experiencia del individuo) y procedimental (referente a las habilidades y la capacidad de hacer cosas).
Pero debemos estar atentos a las alteraciones de una o varias funciones cognitivas, bien de forma adquirida, o prolongadas en el tiempo, que nos ayudará a diferenciar el deterioro cognitivo leve de una demencia propiamente dicha.
El deterioro cognitivo leve cursa con pérdida de memoria y de facultades mentales detectadas tanto por familiares como por el propio individuo, pero no impide una normalidad en las actividades de la vida diaria.
Aunque es posible que esto aumente la probabilidad de padecer una demencia en el futuro, como Alzheimer u otro trastorno neurológico, no necesariamente ocurrirá así, de hecho, esto ocurre entre el 10 y el 15% de los casos.
También hay una correlación entre las capacidades que se ven afectadas en un deterioro cognitivo leve y el distinto tipo de demencia que podría llegar a desarrollarse.
Existen varios métodos para “medir la memoria” de forma objetiva, que nos ayudan a detectar si se produce un deterioro de la misma:
- Escala de Weschler
- Test de aprendizaje verbal auditivo
- Lista de palabras del CERAD (el más utilizado)
DIAGNÓSTICO DE LA DEMENCIA
La demencia es un síndrome, es una enfermedad del sistema nervioso central que conlleva la aparición de diferentes síntomas: alteraciones de la memoria (tanto inmediata como remota), lenguaje, escritura, pensamiento abstracto, capacidad de ejecución,…
Es importante hacer un diagnóstico de la demencia en los primeros estadios de la misma, para tratarla, lo antes posible y llevar a cabo los cuidados necesarios. Y para ello existen diferentes criterios diagnósticos basados, según el manual utilizado, como la valoración del deterioro de la memoria, la capacidad de concentración,… Y hay muchas clasificaciones desarrolladas por diversas instituciones y sociedades científicas.
También se debe contrastar toda la información recogida con una persona que conozca al paciente.
Y además se llevarán a cabo una serie de pruebas complementarias como análisis de sangre, resonancia magnética, TAC, electroencefalograma, electrocardiograma, pruebas genéticas,…, para detectar un posible hematoma subdural, neoplasia, o lesiones vasculares, por ejemplo.
Y no confundirse con otras patologías.
FACTORES DE RIESGO QUE PROPICIAN LA MAYOR PROBABILIDAD DE PADECER DEMENCIA
– La falta de ejercicio.
– Dieta poco saludable, con carencia de fruta, verdura, frutos secos y semillas.
– Consumo excesivo de alcohol.
– Diabetes mal controlada.
– Tabaquismo.
– Factores que impliquen riesgo cardiovascular: hipertensión, colesterol, obesidad o aterosclerosis.
– Apnea del sueño.
– Bajos niveles de vitamina D, B6 o B12.
TIPOS DE DEMENCIA
Podemos clasificarlas en:
Demencias reversibles: representan aproximadamente el 20% de los casos y las causan diversas condiciones médicas ((abuso de alcohol o drogas, traumatismos craneoencefálicos, tumores cerebrales, déficit vitamínicos u hormonales,…,) por lo que podría actuarse contra ellas con tratamiento.
Demencias irreversibles: las que no se pueden curar.
– Alzheimer: que representa entre el 50 y el 80% de los casos.
– Demencias vasculares.
– Demencia con cuerpos de Lewy.
– Demencia frontotemporal.
– Demencia mixta: en la que se dan varios tipos al mismo tiempo.
– Enfermedad de Huntington.
NECESIDADES Y FACTORES A TENER EN CUENTA CUANDO TRATAMOS CON PERSONAS QUE PADECEN DEMENCIA
Un individuo con demencia va a tener una serie de carencias y dificultades con las que debemos contar, debido al proceso de su enfermedad, y que en nuestra profesión no podemos dejar de tener presentes.
Es posible que nos encontremos con casos de maltrato hacia el enfermo que padece demencia, tanto por parte de familiares como de cuidadores, lo que es bastante difícil de detectar debido al aislamiento social al que se somete este tipo de pacientes Estos malos tratos pueden ser de muchos tipos:
– Abuso físico infringiéndole al enfermo de demencia, dolor, lesiones, abuso sexual o impedirle moverse libremente, sin causa que lo justifique.
– Abuso psicológico causándoles estrés o ansiedad.
– Abandono o negligencia, dejando de atender sus necesidades básicas como la alimentación, la higiene o ropa adecuada, dejando al enfermo en situación de desamparo.
– Atentar contra su intimidad o privacidad o su derecho a relacionarse con otras personas o sacarle de su entorno contra su voluntad.
– Estafar o engañar para apropiarse de sus bienes.
El paciente con demencia tendrá además dificultades para realizar tareas cotidianas de forma autónoma, de ahí que haya riesgo de malnutrición, de enfermedades respiratorias o atragantamientos, de accidentes domésticos, como quemaduras, por intentar cocinar solo, accidentes de coche, caídas por la dificultad en el movimiento, falta de higiene personal, incontinencia, etc.
TÉCNICAS Y CUIDADOS DEL TÉCNICOS EN CUIDADOS AUXILIARES DE ENFERMERÍA (TCAE) A PACIENTES CON DETERIORO COGNITIVO
Sobre todo, cuando el deterioro cognitivo es leve, debemos fomentar que haga el mayor número de tareas, por sí mismo.
De esta forma:
– Debemos apoyarle para que realice el mayor número de tareas posibles por sí mismo.
– Le ayudaremos a planificar sus actividades diarias.
– Haremos una lista con actividades y tareas concretas y la colocaremos un lugar de fácil acceso para él, por ejemplo, colocando notas en un tablón, que él mismo se ocupará de revisar
– Nos ocuparemos de que sepa tanto la fecha en la que estamos, cada día, como la hora que es.
– Procuraremos que esté acompañado, sobre todo, en entornos y situaciones que no le resulten cómodos.
– Fomentar el ejercicio físico, como dar paseos al aire libre, si es posible.
– Animarle a leer, escuchar música o retomar hobbies.
– Procurar que sus cosas estén en los lugares habituales (si es posible) y de fácil acceso o a la vista.
A medida que el deterioro cerebral es mayor, las necesidades del individuo aumentan, lo que requerirá de un mayor apoyo por nuestra parte.
Por ello deberemos realizar una serie de cuidados que él no podrá realizar por sí mismo:
– Ayuda en la higiene diaria: esto es básico, ya que los pacientes con demencia tienden a descuidar su higiene personal y esto forma parte de la evolución normal de la enfermedad, no es por mero capricho. Pero debemos extremar las formas en este aspecto, ya que, el paciente, puede considerarlo como un atentado hacia su intimidad, tener miedo de caídas o, simplemente, sentir vergüenza. Y una forma de conseguir que dicho paciente sienta esta ayuda en el aseo, como algo beneficioso para él es procurar que este acto sea algo relajante y placentero (con una temperatura adecuada tanto del agua como de la estancia, animándole a que sea él quien se quite o ponga ropa o se enjabone, si eso es posible, y procurando hacerlo sin prisas, y, por supuesto, sin imposiciones, sino procurando convencerle). Y reforzar de forma positiva su aspecto tras el aseo.
Debemos procurar establecer una rutina respecto a los horarios en la higiene de un paciente con demencia, tanto en el baño diario, la hidratación tras el aseo, su higiene bucal, el cuidado de las uñas de manos y pies, cuidado del cabello o del afeitado, etc. Y no descuidar ninguno de estos aspectos, ni tampoco los referentes al vestido, haciendo que colabore en elegir prendas que le hagan sentirse cómodo y que sean fáciles de poner y quitar para fomentar, en la medida de lo posible, su autonomía.
– Ayuda en la alimentación: la alimentación y nutrición son imprescindibles en cualquier persona, pero cuando hablamos de personas con un deterioro mental, se convierten algo, si cabe, de más relevancia.
Por un lado, en ocasiones, el paciente no recuerda siquiera si ha comido, lo cual puede hacer que se niegue a comer o que, por el contrario, reclame alimento constantemente.
Los problemas dentales suelen ser habituales, lo que dificulta la masticación, por lo que deberemos adecuar la dieta a sus necesidades, no sólo en cuanto a lo que come, sino, además, respecto a la forma en que le presentemos esos alimentos. Y también puede haber modificaciones en el sentido del gusto, dificultades de digestión, o en la absorción intestinal (causadas tanto por la propia enfermedad, como por el uso habitual de medicamentos, en ocasiones excesivo,…).
Es una tarea importantísima de los técnicos en cuidados de Enfermería, facilitar al enfermo con deterioro cognitivo una alimentación adecuada, y ayudarle a comer, si el paciente no puede hacerlo por sí mismo, todo ello, por supuesto, esmerando nuestro trato hacia el paciente, sin apresurarle y respetando sus preferencias, siempre y cuando no conlleven un riesgo que aumente sus problemas de salud.
Debemos procurar que su alimentación sea variada y aporte todos los nutrientes esenciales (grasas, hidratos de carbono, proteínas, minerales, vitaminas, y, por supuesto, agua) presentes en frutas, verduras, carne pescado, legumbres, cereales y lácteos.
Extremaremos la precaución cuando los pacientes padezcan un deterioro severo ya que el riesgo de atragantamiento se verá aumentado, y con ello el de broncoaspiración, por lo que en ocasiones utilizaremos espesantes para añadir a los líquidos, y no atosigaremos al paciente haciendo que ingiera los alimentos de forma apresurada o en una postura inadecuada.
– Cuidados en caso de incontinencia: en muchas ocasiones, el paciente con demencia, tiene dificultad para controlar sus esfínteres, tanto en la micción como en la defecación, por lo que fomentaremos que puedan ser más autónomos en este aspecto tratando de que lleven ropa fácil de manejar para ellos, y que el acceso al baño sea adecuado y fácil de localizar.
En pacientes con incontinencia y cuando nos veamos obligados a que hagan uso de pañales, deberemos extremar las condiciones higiénicas, cambiándole y aseándole cuanto se necesario.
– Prevención de caídas: es algo estrictamente necesario, ya que las dificultades en el movimiento van asociadas tanto al envejecimiento como al propio proceso del trastorno cognitivo. Por ello extremaremos las precauciones colocando barandillas en la cama y agarraderas tanto en el baño como en pasillos, etc. para facilitar la movilidad y evitar accidentes y caídas. El paciente deberá llevar calzado adecuado que impida que pueda tropezar o resbalar.
– Movilización de pacientes: siempre que el individuo no pueda moverse solo deberemos ayudarle, pidiendo que el mismo colabore con nosotros, o con ayuda de otros profesionales si es necesario. Y todo ello lo haremos utilizando técnicas de movilización adecuadas, que no dañen al paciente ni pongan en riesgo su salud.
– Prevención de úlceras por presión en pacientes de escasa o nula movilidad: en este tipo de pacientes, este riesgo es muy alto ya que, tanto la propia inmovilidad, como el aumento de problemas circulatorios hacen que la presión (durante un tiempo prolongado, sobre una parte del cuerpo) o la fricción entre dos planos duros(el propio hueso bajo la piel y la superficie de apoyo), ocasionen lesiones en la piel y tejidos subyacentes, que podrán ser más o menos graves, dependiendo del deterioro de los tejidos y en muchas ocasiones habrá pérdida de sustancia cutánea. Las personas a cargo del cuidado de estos pacientes debemos prevenir este riesgo con cambios posturales y prendas de ropa o almohadas que minimicen la presión sobre dichas zonas de apoyo.
– Manejar y afrontar el cambio de comportamiento: los cambios en la conducta y los problemas psiquiátricos derivados del deterioro cerebral requerirán que tengamos en cuenta ciertas técnicas que nos ayuden a comprender a los pacientes con demencia y a hacernos entender por ellos. En la mayoría de las ocasiones habrá cambios en la personalidad, ansiedad, depresión, tristeza, cambios de estado de ánimo repentino, desorientación, agresividad o incluso alucinaciones o delirios, además de, por supuesto, trastornos del sueño, … Es necesario que conozcamos y hagamos una valoración de todo ello, para manejar las distintas situaciones que podamos tener que afrontar, de forma que el paciente se sienta apoyado y comprendido, aunque, por supuesto seremos nosotros quienes manejaremos dichas situaciones.
BIBLIOGRAFÍA
Revisión bibliográfica en bases de datos: Scielo, Medline, Mayoclinic, Elsevier y Diarioenfermero.