Antipsicóticos: típicos y atípicos

INTRODUCCIÓN

A partir de mediados del siglo XX se empieza a desarrollar los primeros medicamentos antipsicóticos. Más concretamente en 1952 con la aparición de las fenotiazinas en el tratamiento de psicosis graves como la esquizofrenia o el síndrome maníaco depresivo. Más tarde, se han ido creando nuevos derivados como la prometazina, la dietazina o la clorpromazina produciendo de este modo el nacimiento de los medicamentos antipsicóticos. Hoy en día conocemos como medicamentos antipsicóticos o neurolépticos a un grupo de fármacos cuyo uso es habitual en el tratamiento de enfermedades mentales, así como en otras patologías de distinta etiología.

Autores: Francisco Javier Casamayor  Fernández, Marta Rivera González, Leticia Felgueroso Rebollos

Dentro del grupo de los antipsicóticos podemos encontrar muchas diferencias a nivel de la composición molecular, pero siempre hay una característica común que comparten todos ellos: su actividad antidopaminérgica. Los antipsicóticos actúan bloqueando a nivel central los receptores dopaminérgicos D2. En concentraciones terapéuticas bloquearán también los receptores de la serotonina 5-HT2 y con diferente sensibilidad otro tipo de receptores como histaminérgicos o noradrenérgicos. De ahí que además de su acción antipsicótica tengan otras acciones farmacológicas.

Podemos llevar a cabo múltiples clasificaciones de los antipsicóticos, pero la más ampliamente aceptada es aquella que distingue entre antipsicóticos típicos y atípicos.

OBJETIVO

 Conocer las principales diferencias y similitudes entre los dos grupos principales de antipsicóticos (típicos y atípicos) y las interacciones de éstos con otros fármacos.

METODOLOGÍA

 Revisión bibliográfica en las bases de datos Medline, Scielo y Redalyc. Los criterios de inclusión fueron artículos completos con algunas de las siguientes palabras clave: “antipsicóticos”, “típicos” y “atípicos”. Los criterios de exclusión fueron artículos con más de 15 años de antigüedad.

RESULTADOS

Antipsicóticos típicos (AT)

Son también conocidos como antipsicóticos de primera generación. Son los más antiguos con una acción marcadamente antidopaminérgica y que se caracterizan por el control de los síntomas psicóticos positivos como los delirios y las alucinaciones y ser poco eficaces frente a los síntomas psicóticos negativos como la depresión.

Entre los distintos antipsicóticos típicos podemos observar una eficacia terapéutica similar, pero se puede obtener una respuesta diferente en cada paciente en función del fármaco utilizado. Estas diferencias entre la variabilidad entre una persona y otra se observa en el perfil de reacciones adversas. Entre estas reacciones adversas podemos citar como las más importantes a nivel clínico los síndromes extrapiramidales, la sedación, la hipotensión ortostática y los efectos anticolinérgicos. También es importante citar por la relevancia clínica que pueden revestir, aunque tengan una menor prevalencia el síndrome neuroléptico maligno y la prolongación del intervalo QTC.

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Podemos nombrar algunos de los fármacos más importantes que forman parte de este grupo como: sulpiride, haloperidol, clotiapina, fluflenazina o clorpromazina

Antipsicóticos atípicos (AA)

Son también conocidos como antipsicóticos de segunda generación y se empezaron a desarrollar sobre todo a inicios de los años 90(e incluso para algunos autores también incluyen dentro de este grupo a los antipsicóticos de tercera generación, siendo éstos un grupo de reciente creación que no entrarían por sus características ni dentro de los de primera ni tampoco en los de segunda generación, pero sí que sus características son más similares más a estos últimos) .Los AA se caracterizan por bloquear simultáneamente los receptores dopaminérgicos y serotoninérgicos y ser eficaces tanto paro los síntomas positivos como para los negativos.

La clozapina fue el fármaco que dio origen a este grupo de medicamentos diferenciándose principalmente de los antipsicóticos típicos en producir una menor incidencia en el síndrome extrapiramidal, no producir de forma general un aumento de la prolactina, ser más eficaz en el control de los síntomas negativos en enfermedades como la esquizofrenia y también ser eficaz en pacientes resistentes a los AT.

A pesar de todo lo anteriormente citado, los AA presentan otras reacciones adversas que deben ser consideradas como la aparición de convulsiones o el aumento de peso dificultando de esta forma la adherencia al tratamiento. Actualmente este grupo está formado principalmente por los siguientes fármacos: clozapina, risperidona, olanzapina, quetiapina, ziprasidona, sertindol y aripiprazol(a pesar de tener un mecanismo de acción diferente al resto y ser considerado antipsicótico de tercera generación).

Las diferencias más importantes entre los distintos antipsicóticos atípicos se centran en la afinidad por los distintos receptores y en el tipo de reacciones adversas.

Interacciones de los antipsicóticos

Algunas de las interacciones más importantes son las siguientes:

– Potenciación del efecto sedante cuando se administra junto a fármacos depresores del sistema central.

– Potenciación del efecto anticolinérgico si se administra junto con antihistamínicos, antidepresivos o anti parkinsonianos.

– Potenciación del efecto antidopaminérgico con metoclopramida.

– Interacciones con fármacos que se metabolizan en el sistema enzimático del citocromo P-450 como algunos antitusígenos, antagonistas del calcio o antia arrítmicos.

CONCLUSIÓN

A pesar de los estudios e investigaciones realizados hasta el día de hoy que nos describen tanto los beneficios como las desventajas de los antipsicóticos típicos y atípicos en función de cada caso no podemos decantarnos por un grupo de antipsicóticos en especial siendo en cada paciente la clínica y el consenso con el propio paciente los que determinen que tipo de antipsicótico será el más apropiado.

BIBLIOGRAFÍA

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– Instituto de Psicofarmacología. [Página web]. [Acceso 27 octubre 2019]. Disponible en: http://instituto de psicofarmacología. com.